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Los Cremades son una familia numerosa de Zaragoza. Los padres, Juan Antonio y Pilar, y diez hijos, varios de los cuales pertenecen al Opus Dei. En 1964 acuden todos a Roma para ser recibidos por Pablo VI y por Escrivá y festejar allí las bodas de plata del matrimonio. Escrivá les celebra la Santa Misa en el oratorio de la Sagrada Familia, les invita a desayunar y mantiene con ellos un animado rato de tertulia en la que hablan de mil cosas. En cierto momento, el Padre se refiere a la libertad. Recomienda a Juan Antonio y Pilar que sean muy amigos de sus hijos, les formen bien y les dejen administrar su libertad personal. Insiste en que no hagan de la familia "una escuela apostólica", ni pretendan "que todos los hijos se hagan de la Obra". Mirando uno a uno a los chicos y chicas de tan numerosa prole, dice con fuerza: "¡cada caminante siga su camino!".
Uno de los hijos de Cremades, Javier, está en esos momentos bastante reacio a cualquier acercamiento al Opus Dei. Piensa que, bien desde su familia, bien desde sus amigos de Miraflores, un Centro de la Obra en Zaragoza, pueden estar tendiéndole el gancho para pescarle. Y se defiende, esquivando cuanto pueda parecerle intromisión en su libertad. Decide, eso sí, cursar sus estudios de Medicina en la Universidad de Navarra. Al poco tiempo de estar allí, telefonea un día a sus padres, encareciéndoles que vayan a verle: "venid cuanto antes: tengo que deciros algo importante".
Ya cara a cara, les suelta: "He solicitado la Admisión en la Obra".
Su padre queda desconcertado y le pregunta cómo ha sido ese cambio tan diametral. Javier explica:
- Yo estaba convencido de que me querían pescar. Creía que los de Miraflores iban a por mí. Pero, cuando en marzo estuvimos en Roma y oí al Padre hablar con tal convicción de la libertad, repitiéndonos que éramos libérrimos, y diciéndoos que os abstuvierais de coaccionarnos moralmente, me dije: "Javier, estás solo y solo has de decidir. Nadie te empuja. Nadie te presiona. Haz lo que te dé la gana... Y, palpando esa libertad, he decidido escribir al Padre, pidiéndole ser de la Obra".
Santa intransigencia, santa desvergüenza y santa coacción... tres vectores que se entrecruzan en el punto clave de la libertad.
Pilar Urbano. El hombre de Villa Tevere. Plaza y Janés, Barcelona, 1995, 7ª ed.