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23 marzo 2025

San Josemaría hoy: 1994. Muere don Álvaro

Anónimo. Algunas fechas de la vida de san Josemaría. Inédito

Muerte de D. Álvaro en Roma a las 4:00 de la madrugada. A las tres y diez de la madrugada, el Padre -que había llegado de Tierra Santa pocas horas antes- llamó a don Javier: le costaba respirar y sentía el corazón desbocado. Don Javier acudió inmediatamente al cuarto del Padre, y avisó a José María, el médico, que llegó con un maletín de urgencia que había llevado consigo durante la peregrinación por Tierra Santa. El Padre era consciente de que estaba atravesando un momento muy delicado. Cuando le comunicó don Javier que su situación era muy grave, que podía morir, el Padre contestó sonriendo: "No pasa nada, hijo mío, estoy en las manos de Dios...".
El médico le auscultó y le tomó la presión. Le ayudaron a incorporarse un poco, de modo que pudiera respirar con más facilidad. José María, dándose cuenta de la gravedad, fue a buscar una botella de oxígeno para aplicárselo en cuanto fuese preciso, ya que las dificultades respiratorias iban en aumento. Don Javier llamó a don Joaquín y a don Fernando. Don Joaquín se encargó de disponer las cosas para administrarle la extremaunción. Don Javier avisó a la Asesoría Central para que rezasen. El Padre estaba consciente cuando don Javier le administró al Unción de los Enfermos, hacia las tres y media.
A las tres cuarenta el Padre ya estaba inconsciente. Don Javier, don Joaquín y don Fernando rezaban de rodillas las oraciones de la recomendación del alma. Varias veces recitaron de rodillas la oración a nuestro Padre. Al llegar el momento de formular la intención, don Javier dijo que pedían la salud del Padre, pero que aceptaban plenamente la Voluntad de Dios. El médico ponía todos los medios, pero las constantes vitales se iban debilitando y la respiración se hacía más y más difícil. Finalmente, la única señal que registraba el electrocardiógrafo era la del marcapasos que habían implantado al Padre un año antes. A las cuatro, José María confirmó a don Javier que el Padre había fallecido.
Don Javier esperó hasta las seis y media para llamar a Mons. Estanislao, secretario personal del Papa, de modo que informase al Papa antes de comenzar la Misa. Para trasladar el cuerpo de don Álvaro a la iglesia Prelaticia se utilizó la misma tabla que se había usado para trasladar a nP el 26 de junio de 1975.
El Papa llegó a las seis y cuarto a Villa Tevere para rezar ante los restos mortales de don Álvaro y permaneció arrodillado unos diez minutos. Cuando, al despedirse, don Javier le agradeció que hubiera venido a rezar, el Papa le contestó que lo consideraba un deber: Si doveva, si doveva...
En la homilía que don Javier pronunció en el funeral que se celebró en San Eugenio al día siguiente dijo, entre otras cosas: " ha sido un hombre al que el Señor enriqueció con dotes humanas y sobrenaturales de primera categoría. A pesar de sus grandísimas cualidades intelectuales y morales, nunca quiso brillar con luz propia...". En alguna tertulia (11-III-1956) nP había comentado: "Ha sido el primer Procurador General, el primer Secretario General, el primer sacerdote que vino a Italia, el primer Consiliario de la Región de Italia, el primer Rector del Colegio Romano de la Santa Cruz... (...)" Y en otra ocasión (11-V-1962) escribía: "... si entre vosotros, hay muchos hijos míos que son santos de altar -no abuso nunca de estas calificaciones-, Álvaro es un modelo, y el hijo mío que más ha trabajado y más ha sufrido por la Obra, y el que mejor ha sabido coger mi espíritu". "¡Si os contara las dificultades de los primeros años! Era una avalancha: incomprensión, calumnias, persecuciones... Al mismo tiempo, algunos intentaban imitarnos...".

23 de marzo
Muerte de D. Pedro Casciaro en 1995

ANÓNIMO, Algunas fechas de la vida de san Josemaría
En el fax que don Rafael Fiol envió a don José María Casciaro a Pamplona, pocas horas después del fallecimiento de don Pedro, le decía: "México, D. F. 24 de marzo de 1995.- Muy querido Pepe: Anoche a las 22:40 se nos fue al Cielo. Poco antes nos encontrábamos en la Basílica de Guadalupe en la Misa por don Alvaro, que presidía el Cardenal Corripio. Cuando le dije antes de la Misa que don Pedro estaba muy grave, pidió que en la oración de los fieles hiciéramos una mención especial por él. Al terminar la Misa fui deprisa a su casa (Dickens). Llegué cuando faltaba una hora para que el Señor se lo llevara. Todo ese día se le acompañó con especial cariño, rezando a su lado para confortarle. Aunque estaba poco consciente, oía lo que se le decía. Hacía, por ejemplo, intentos de persignarse cuando le daban la absolución. A partir de las 5:00 pm entró en coma. Tuvo en sus manos en todo ese tiempo un rosario y el crucifijo que le regaló nuestro Fundador cuando pidió la admisión en la Obra, que le acompañó toda su vida y que conservaba como un tesoro. Estaba aademás preparadísimo y purificado por la manera tan heroica y sobrenatural con que llevó la enfermedad hasta el final. Después de su fallecimiento celebré la primera Misa y llamé por teléfono al Padre: me dijo que ya teníamos otro santo en el Cielo, que le encomendáramos con mucho cariño y nos encomendáramos a él. A las pocas horas ya teníamos una carta suya que nos llegó por fax. Nos decía que esta coincidencia de fechas era señal de que el Señor le había estado cuidando todo ese tiempo y que don Alvaro le había recibido personalmente en el Cielo. El Padre se refirió a este descanso eterno de don Pedro -hijo fidelísimo de nuestro Padre- que, para él, es un Cielo muy grande, al lado de nuestro Padre y de don Alvaro, por haber estado muy unido siempre a quien hacía cabeza en la Obra; también nos decía que recientemente don Pedro había manifestado su deseo de poder ver cara a cara a la Trinidad Beatísima, que la Virgen ya le había concedido. Finalmente el Padre nos animaba a todos a tomar su relevo, el de la fidelidad total, para hacer la Obra como la hizo él, dejándose toda la vida en esto. -El funeral fue en la parroquia de la Santa Veracruz. Muchísima gente le acompaño durante casi siete horas. Desfilaron personas continuamente para besarle y pasar rosarios y otros objetos por sus manos. El ambiente era de un inmenso cariño y agradecimiento, con la emoción que suponía para todos recordar que don Pedro se había gastado hasta el final y allí estaba parte de los muchos frutos de su entrega generosa y total a la vocación. En la homilía me referí a que ahora desde el Cielo sí podía decir lo del "Soñad y os quedaréis cortos", porque ya lo estaba viendo en Dios. Cuando salía el féretro, todos le despidieron con un atronador aplauso. Con su marcha al Cielo se ha cerrado una época única y singular de la historia de la Obra en esta Región. El Padre se ha referido a que desde el Cielo nos ayudará mucho a todos en la vida interior y en la labor apostólica para poder llegar a muchas más personas". El 24 de marzo el Padre le escribió una carta a don José María Casciaro, y le decía, entre otras cosas: "Muy querido Pepe: ¡que Jesús te me guarde! - Con el corazón lleno de dolor, te escribo estas líneas para compartir contigo la pena por el fallecimiento de nuestro queridísimo Pedro (q.e.p.d.). Aunque sabíamos que podría dejarnos en cualquier momento, es muy dura la separación de ese hijo tan fiel de nuestro Santo Fundador: ¡cuánto he rezado en estos meses para que se recuperara! Pero el Señor ha dispuesto que ahora nos ayude desde el Cielo, con la eficacia de su intercesión, después del estupendo ejemplo de entrega que nos ha dado, también durante su enfermedad, llevada con el garbo y la visión sobrenatural con que ha vivido siempre (...). José María, te encomiendo de modo muy particular en estos momentos, para que sepas ser tan leal como lo ha sido durante sesenta años tu hermano. Acude a Pedro con frecuencia y confíale mis intenciones (...). Con muchas ganas de verte, te bendigo con inmenso cariño, tu Padre +Javier". Durante su estancia en México en agosto de 1995, el Padre fue a rezar a la tumba de don Pedro. Se fijó en el mármol que se había colocado y dijo que seguramente a don Pedro le habrá gustado mucho.