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21 febrero 2025

San Josemaría hoy: 1934. Deja parte de la Academia DYA

Continuaban oyéndose las críticas alarmistas de algunos de los sacerdotes que colaboraban con don Josemaría: la Academia era un fracaso, por qué he de esperar yo que Dios me haga un milagro. ¡La catástrofe! ¡Las deudas!
Don Josemaría no perdió la serenidad. Consultó con el p. Sánchez y con don Pedro Poveda, por si había cometido una grave imprudencia. Ambos le animaron. Aquello era, indudablemente, una prueba del Señor.
Así, pues, el 21 de febrero, sin contar con los sacerdotes, reunió a tres de los suyos y les expuso lo que podía ser una solución temporal a la situación económica: prescindir del piso ocupado por la Academia DYA y bajar ésta a la planta de la Residencia, donde había sitio de sobra. El próximo curso vendría la expansión, el momento en que saltase el muelle comprimido y recuperasen lo perdido entonces. Se comunicó la decisión a los que estaban fuera de Madrid. Todos reaccionaron con fe y optimismo: «nos comprimimos ahora para que en este período embrionario adquiramos la elasticidad necesaria, a modo de muelle, y a dar a su debido tiempo el gran salto de tigre», escribía Isidoro desde Málaga.
Para don Josemaría, el abandono del piso equivalía a una aparente retirada estratégica; mientras que para algunos de sus sacerdotes, era prueba evidente del fracaso. En vista de lo cual, y con los precedentes de los meses anteriores, decidió lo que sería su futura norma de conducta con respecto a ese pequeño grupo de sacerdotes: — Procuraré sacarles el partido posible, hasta ver si se maduran en el espíritu de la Obra. Siguió, pues, con ellos una prudente táctica de "tira y afloja". Sabía bien por qué no reaccionaban (Tienen poca visión sobrenatural, y un amor pobre a la Obra, que para ellos es un hijo postizo, mientras para mí es alma de mi alma).

Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei (vol. I). Rialp, Madrid, 1998, 3ª ed.