-
Desde hacía tiempo, siempre que veía a una comunidad de religiosas orando, ejercitando la oración de infancia espiritual, decía: Jesús, no sé lo que te querrán éstas, pero yo te quiero más que todas juntas. Pues bien, a poco de la locución del borrico, al dejar constancia de su falta de generosidad para con el Señor, se le escapa en los Apuntes otra de las muchas locuciones que tuvo:
16 de febrero de 1932: + Hace unos días que estoy bastante acatarrado, y eso era ocasión para que mi falta de generosidad con mi Dios se manifestara, aflojando en la oración y en las mil pequeñas cosas que un niño —y más un niño burro— puede ofrecer a su Señor cada día. Yo me venía dando cuenta de esto y de que daba largas a ciertos propósitos de emplear mayor interés y tiempo en las prácticas de piedad, pero me tranquilizaba con el pensamiento: más adelante, cuando estés fuerte, cuando se arregle mejor la situación económica de los tuyos... ¡entonces! —Y hoy, después de dar la sagrada Comunión a las monjas, antes de la santa Misa, le dije a Jesús lo que tantas y tantas veces le digo de día y de noche: [...] "te amo más que éstas". Inmediatamente, entendí sin palabras: "obras son amores y no buenas razones". Al momento vi con claridad lo poco generoso que soy, viniendo a mi memoria muchos detalles, insospechados, a los que no daba importancia, que me hicieron comprender con mucho relieve esa falta de generosidad mía. ¡Oh, Jesús! Ayúdame, para que tu borrico sea ampliamente generoso. ¡Obras, obras!
(Nueva gracia que, como premio a sus ansias de amar, el Señor le concedía para que se conociese mejor interiormente; y, por otro lado, acicate divino para exigirle una mayor entrega de todas sus facultades).
Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei (vol. I). Rialp, Madrid, 1998, 3ª ed.