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En el mes de noviembre de 1927 don Josemaría alquiló un pequeño piso en la calle de Fernando el Católico, 46; no demasiado lejos del Patronato de Enfermos. Por fin se reunieron en Madrid los Escrivá. Buena noticia de la que se alegraba también el padre Cancer, el cual le contestaba desde Segovia el 9 de diciembre: «Grande alegría me ha producido tu carta. Mi enhorabuena a tu mamá y hermanos. Esperad siempre en el Señor». Deseaba levantarles el ánimo, haciéndoles saludables consideraciones espirituales.
El Señor, misericordiosamente, echó un velo sobre las tribulaciones venideras, ocultando de momento a la familia el futuro que les aguardaba. Por tercera vez reorganizaban los Escrivá su vida en ciudad extraña, sin sospechar que se habían metido en el ojo mismo de la borrasca y que la tormenta, que se cernía sobre la Villa y Corte de Madrid, estaba a punto de descargar.
VÁZQUEZ DE PRADA