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29 diciembre 2025

SAN JOSEMARÍA HOY: 1965. Sobre la muerte

La idea de morir no le extremece, no le infunde temor. La afronta no ya con serenidad, sino con alegría. Un día de diciembre de 1965 pasa con Álvaro del Portillo a Villa Sachetti. Quiere ver qué tal va un juego de ornamentos litúrgicos -para las misas de difuntos- que está bordando Mercedes Anglés. Se trata de un trabajo delicado: trasladar a una seda negra nueva las flores multicolores de un viejo mantón de Manila que les regalaron un par de años antes. Al verlo, bromea, porque "siendo un juego funerario" va a quedar tan florido y verbenero. Y enseguida comenta:
- Es muy bonito. Además, así de alegre tiene que ser. Para nosotros, la muerte no es tristeza.

También, cuando los albañiles andan todavía construyendo, a varios niveles bajo el suelo de Villa Tevere, lo que será la cripta -un oratorio que albergará varios enterramientos- habla con los arquitectos, para que lo decoren con una ornamentacion alegre, que no dé miedo. Les sugiere poner figuras alegóricas de la paz, de la alegría, de la fecundidad, de la inmortalidad... Y policromarlas con colores suaves y cenefas doradas, que animen el ambiente de esa estancia, donde se ha de poder estar y rezar a gusto, sin inquietud. Mientras, como un ritornello repite que los cristianos "no morimos, cambiamos de casa".

Para ver como marchan las obras baja un día a la cripta con algunos de sus hijos más jóvenes, alumnos del Colegio Romano.
En el centro, a ras de suelo, hay una superficie rectangular que cubre el hueco de la que habrá de ser su propia tumba. Se acerca. Lo mira. Y, con asombro de los que le acompañan, se arremanga la sotana y se pone a dar saltos sobre la cubierta de cemento:
-_¡aprovechaos ahora! Después, cuando ya esté yo ahí, no os dejarán hacer esto... Y yo también aprovecho para brincar y moverme, ahora que puedo. Para estar quietecito, ¡ya tendré mucho tiempo!
PILAR URBANO