Página inicio

-

Agenda

10 noviembre 2025

San Josemaría hoy: 1965. ¿El trabajo?, bien hecho

De la A a la Z... Una mañana de noviembre de 1965, llega el Padre a la imprenta de Villa Tevere, acompañado de un señor mayor que presenta, a las que allí trabajan, por su nombre y apellido, agregando: "es un editor inglés".
Al pasar por una de las zonas, ve que están encuadernando la colección de cartas autógrafas que un montón de miembros de la Obra -obreros, campesinos, trabajadores manuales...- han escrito al Papa. Escrivá comenta, divertido:
- Son noblotes y sencillos estos hijos míos. Escriben sin remilgos de protocolos: "Querido Papa...", o "...se despide de usted". Pero al Papa le van a dar mucha alegría. ¡Tiene tantas cosas que le hacen sufrir!
Se acerca a ver cómo Mª José Rodríguez, Puchi, dora el sello pontificio de Paulo IV en la cubierta del tomo. Entonces, el editor exclama alborozado:
- ¡Esto sí que es bueno! Mañana me recibe Su Santidad en audiencia privada. Voy a llevarle unos libros encuadernados en piel. Y me he recorrido Roma entera, buscando un dorador que tuviera el troquel del escudo del Papa... ¡Inútil! ¡Nadie lo tenía! Y ahora veo que ustedes, aquí...
- Pues tú, cuando quieras algo que sea una demostración de cariño al Papa, no patees por Roma: búscalo en un centro del Opus Dei. ¿Dónde tienes esos libros?
- En el coche, Padre.
- ¡Hala... traételos y aquí estas hijas mías te ponen el escudo en un periquete!
El visitante está feliz. Sale apresuradamente a la calle, donde tiene aparcado el coche. Mientras, Escrivá se sienta en una silla del vestíbulo de Villa Sacchetti. Se le ve cansado, derrengado. Cuando regrese el editor con los libros, el Padre se pondrá en pie con la misma vitalidad de antes.
Puchi y Helena se aplican a la tarea de grabar y dorar los escudos. Entre tanto, Escrivá y su amigo hablan.
- Pienso, Padre, que tendría que escribirse la "Teología de la coincidencia". Verá lo que me ha pasado...
- "Teología de la coincidencia", no: Teología de la Providencia... Y ésa ya está escrita.
- All right! Es verdad... Pero voy a contarle lo que me sucedió ayer: Yo quería hacer una entrevista a cierto obispo africano, y no conseguía localizarlo en toda Roma. Iba cada día al Vaticano, a la salida del Concilio... ¡y nada! Ya me había dado por vencido. Ayer, andaba yo por el centro de la ciudad, cuando de repente empezó a llover. Paré un taxi. Pero al mismo tiempo que yo me disponía a subir, llegaba un sacerdote negro. En inglés, me dijo que tenía mucha prisa y me pidió que le cediera el taxi. Ya sabe usted, Padre, lo difícil que es pillar un taxi en Roma y lloviendo... Le dije: "Mire, le llevo a usted a donde vaya, pero no le dejo el taxi porque yo también lo necesito". Y montamos juntos. La "coincidencia"... o la "providencia"... fue que ¡resultó ser el obispo africano que yo andaba buscando! Como no sabía que fuera obispo le llamé father, "padre", todo el tiempo...
- No te preocupes por eso: si es un buen obispo, antes que nada tiene que ser padre...
Las de la imprenta siguen con sus trabajos. Desde donde están, algunas pueden ver cómo el Padre y su amigo inglés se han embebido en una conversación seria... Hablan en voz baja, como en confidencia. Aun sin querer fijarse, por la actitud de uno y de otro, se percibe que no se tratan temas triviales, sino asuntos con entretela de intimidad.
Puchi ya ha puesto el escudo papal en todos los libros; pero uno de ellos queda poco marcado. Al editor le parece que está "¡perfecto, maravilloso!" No obstante, Escrivá, dirigiéndose a Puchi, le encarece:
- ¿No te importa repetirlo... por favor? En la Obra procuramos acabar los trabajos con la mayor perfección posible... No es una manía: es el quid del Amor de Dios. Además, esos libros van a ir a parar a las manos del Vice-Cristo...
Cuando ya el inglés se va, contentísimo con sus libros, comenta:
- Mañana, el Papa sabrá de este cariño del Opus Dei a su persona. Yo mismo se lo voy a contar... Padre, ¿cómo podré pagarle todo esto... y su atención conmigo, durante esta mañana...?
- ¡ ¿Pagar? ! En mi tierra hay un refrán muy sabio que dice que "amor, con amor se paga". Tú has hecho muchas cosas buenas por la Obra. ¿Hace falta que te las recuerde? Y yo intento corresponderte un poco con lo único que tengo: mi oración y mi cariño.

Pilar Urbano. El hombre de Villa Tevere. Plaza y Janés, Barcelona, 1995, 7ª ed.