Página inicio

-

Agenda

10 octubre 2025

San Josemaría hoy: 1965. El Padre Arrupe visita Villa Tevere

El 10 de octubre de 1965, Escrivá recibe en Villa Tevere una visita tan esperada como deseada: el Padre Arrupe, General de la Compañía de Jesús.
Han abundado los episodios de insidias, actitudes hostiles, comentarios despectivos, murmuraciones retorcidas... de algunos jesuitas -casos aislados y siempre "a título personal"- contra el Opus Dei. Escrivá ha deseado aclarar las cosas desde el primer momento: Es absurdo que, entre tales o cuales religiosos, el crecimiento en vocaciones de la Obra suscite celotipias. ¿Por qué? La Obra nunca puede "comerle terreno" a ninguna institución religiosa, porque la llamada al Opus Dei sólo se produce entre quienes, de modo claro y rotundo, ni han sentido, ni sienten, ni pueden sentir la más leve inclinación hacia el estado religioso. No caben rivalidades. Y en numerosas ocasiones será el propio Escrivá de Balaguer quien oriente y encamine a chicas y chicos, que se acercan a la Obra, hacia su verdadera vocación: la diametralmente distinta, en el noviciado o en el convento. Y al hacerlo así, no piensa que pierde una "pieza". Sencillamente: para ésa, o para ése, la Obra no es su sitio. Y una persona fuera de su sitio no puede ser ni eficaz, ni fecunda, ni fiel, ni feliz. Cada cual en su casa, y Dios en la de todos.
El Padre Arrupe acude acompañado de otro jesuita, el Padre Iparraguirre. El almuerzo se ha cuidado, más que con esmero, con cariño. El día anterior, Escrivá pasó, adrede, a Villa Sacchetti, y habló con las numerarias encargadas de cocina: Begoña Múgica y Maribé Urrutia:
-Mañana viene a comer a casa el Padre Arrupe. No necesito deciros que os esmeréis en el menú, porque lo hacéis siempre. Pero esta vez, si cabe, me gustaría que volcarais, no sólo vuestro ingenio, sino vuestro corazón de mujer. Yo querría que este hombre sintiera todo lo que de verdad le queremos... ¡A ver qué hacéis!
Esa visita de Arrupe es la devolución de otra en la que Escrivá tomó la iniciativa y fue a almorzar a "Borgo Santo Spíritu", la casa generalicia de los jesuitas. Por cierto que, en aquella ocasión, Arrupe quiso que se hicieran unas fotografías juntos en la azotea, dominando una panorámica de Roma.
Ahora, estando en el pequeño comedor de invitados de Bruno Buozzi, el Padre le cuenta a Arrupe:
-Hace unos años, vinieron a verme los de la BAC, de la Editorial Católica, de España. Me dijeron que habían editado las Constituciones de la Compañía de Jesús; y querían mi consentimiento para publicar el "Derecho peculiar", el ius peculiare, de la Obra.
Yo les contesté que comprendía que se editaran las Constituciones de ustedes, porque tenían ya el poso, el sedimento firme, de haber sido escritas hace cuatrocientos años. Pero, en cambio, nuestro "Derecho peculiar" es aún muy reciente. Les aseguré que, a su tiempo, también se publicarían. ¡Y sé que no me equivoco, si afirmo que no les haremos esperar tantos años como los jesuitas!
En ese momento, el Padre Iparraguirre terció en la conversación, para corroborar lo que decía Escrivá:
-En efecto. Nosotros hicimos la primera edición hace cien años. O sea, que tardamos ¡tres siglos! en sacarlas a la luz pública.
Pilar Urbano. El hombre de Villa Tevere. Plaza y Janés, Barcelona, 1995, 7ª ed.