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En carta a Pou de Foxá, del 28 de enero, le decía que había escrito al Arzobispo de Zaragoza, de quien dependía, comunicándole su nombramiento de Rector y haciendo constar que venía prestando servicios eclesiásticos en Santa Isabel desde 1931, por disposición del Sr. Patriarca de Indias y que dichos servicios eran SIEMPRE EXCLUSIVAMENTE SACERDOTALES (C 96, 28-I-35).
Ello equivalía a tildarle, como más tarde se diría, de "colaboracionista" con un régimen anticatólico, como había demostrado ser la República con sus medidas contra la Iglesia. De manera que, en larga postdata a una carta del 8-II-35, escribía al Obispo de Cuenca, para que a su vez "tranquilizara" al Arzobispo de Zaragoza: [...] Aunque a mí, personalmente, me sale todo por una friolera; como sacerdote y como base —fundamento— de la Obra que Dios me ha encomendado, conviene que las cosas queden en su sitio, conforme a la verdad. Y la verdad es ésta:
1º/ Que nada hago nunca sin mi Director espiritual.
2º/ Que me negué a presentar instancia, solicitando la Rectoral.
3º/ Que solicitaron para mí el cargo la Priora y Comunidad de Sta. Isabel, con el beneplácito del Ilmo. Sr. Vicario D. Francisco Morán.
4º/ Que si era cosa mala pretender la Rectoral, esta cosa mala no la hice yo (¡que he hecho tantas!), y la hicieron, en cambio, una porción de canónigos de provincias —entre ellos algún Sr. Deán— y varios Srs. sacerdotes de Madrid.
5º/ Que el Rector anterior, nombrado como yo por la república, cometió tan mala acción, al aceptar el nombramiento, que su Prelado —el Ilmo. Sr. Obispo de Astorga— le castigó... nombrándole su Secretario de Cámara, cargo que actualmente ocupa.
6º/ Y, en fin, que no saquen las cosas de quicio, pues de sobra sabe mi Sr. Obispo que, a una sola indicación del Prelado o de mi Padre Sánchez, presentaría sin pena —porque no hubo, ni hay, ambición— la renuncia a la Rectoral... y a veinte rectorales y canonjías que ocupara, porque —¡gloria a Dios!— sólo me mueve el deseo ardentísimo de cumplir la Voluntad de Jesús.
7º/ ¡Ah! Bueno será recordar que, habiendo tenido —y teniendo actualmente— más de una ocasión para ocupar cargos o desempeñar actividades civiles, como los ocupan y desempeñan otros Srs. sacerdotes —que no por eso son mal vistos: más bien, al contrario—, nunca he querido emplearme más que en trabajos exclusivamente sacerdotales.
8º/ Además: fue el Sr. Patriarca de las Indias —y no el gobierno de la república— quien me sostuvo en Sta. Isabel desde el año 1931. Y de entonces data la amistad, nunca bastante agradecida por mí, del santo Padre Poveda, Secretario del Sr. Patriarca [...].
Creo que convenía que le abriese el corazón a V. E.; y sé que V. S. Ilma. tranquilizará al Exmo. Sr. Arzobispo. Jesús se lo pague mil veces (C 98, 8-II-35).
Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei (vol. I). Rialp, Madrid, 1998, 3ª ed.