-
Al despedirme para marchar a Calatayud, el Padre me dio su bendición, me alentó a seguir mi plan de vida cristiana y me dio algunos consejos: Que escribas con frecuencia, que estés contento, que aproveches bien el tiempo..., y recuerda que puedes hacer mucho bien a ese chico. Se refería a Pedro Ybarra, con el que me unía ya una íntima amistad y que estaba progresando mucho en su vida de piedad.
Llegué a Calatayud y allí pasé las Navidades junto con Paco, que vino a pasar esas fechas conmigo por indicación expresa del Padre; luego fuimos a Zaragoza para acompañar a Vicentón. Se vivían momentos decisivos de la guerra: se estaba desmoronando el Ejército de la República y se veía llegar el fin del conflicto de un momento a otro.
Recibí a comienzos de enero una carta del Padre desde Burgos en la que me pedía que hiciera algunas gestiones para publicar Camino: ¿hay ahí imprentas para eso?, me preguntaba; y me decía: Sólo me faltan ochenta Consideraciones: es cosa de días. En efecto, el 22 de enero concluyó aquel trabajo, que se puso a escribir a máquina enseguida, y cuya conclusión fecharía el 2 de febrero, la fiesta de la Virgen más cercana.
Pedro Casciaro, Soñad y os quedareis cortos.