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20 septiembre 2025

San Josemaría hoy: 1946. La residencia de Abando

También se abrirá, en septiembre, la Residencia de estudiantes de Abando en Bilbao. Y, a la vez, Zurbarán, la primera Residencia Universitaria femenina, en Madrid. La Sección de mujeres de la Obra se ha hecho cargo de un edificio de dos plantas, situado en el número 26 de la calle de Zurbarán. Tiene posibilidades iniciales para veinticinco plazas. No obstante, la cabida del futuro Colegio Mayor es bastante elástica, en función de las necesidades y de la capacidad de reducir espacios ocupados por parte de las personas del Opus Dei.
El Padre sigue muy de cerca la instalación de estos Centros, que sirven de base para el apostolado personal que cada miembro de la Obra realiza con sus compañeros y amigos. Junto a los proyectos materiales, que requieren un enorme esfuerzo, antepone siempre el espíritu, la norma de vida y de amor que debe presidir todo trabajo. Le importa la santidad, le interesa la alegría cerca de Dios. Jamás ha tenido ambición de brillar. Camina al paso que le marca Dios. Pero sólo para llevarle almas; sólo para elevar las nobles actividades de la tierra con la dimensión evangélica de Cristo.
También a “Zurbarán” llegan algunos muebles de doña Dolores Albás para instalar el salón: sofá y sillones de madera oscura tapizados en rosa viejo; una vitrina con diversos objetos; un cuadro de la Abuela en su infancia. Y una lámpara de techo con buena iluminación.
En la escalera de entrada, a la izquierda, se encuentra el despacho de dirección. Una mesa de escritorio, un tresillo y el tríptico pintado al óleo que había servido de retablo al oratorio de la casa de Jorge Manrique 19. Un gran armario con libros cubre todo un lateral.
El oratorio está en la primera planta y llena su pared frontal con una pintura de la Inmaculada. Cerca de la puerta de acceso, una Cruz bajo cuyos brazos se acogen frases de los Hechos de los Apóstoles: “Erant autem perseverantes in doctrina Apostolorum, et communicatione fractionis panis”, et orationibus: Perseveraban todos en la doctrina de los Apóstoles, en la fracción del pan y en la oración.
En el semisótano, el comedor y la zona de Administración. La fachada posterior comunica con un patio amplio y silencioso. Junto a las ventanas de la cocina crecen las ramas de una adelfa.
La odisea económica de este Centro será de orden similar a la de cualquier comienzo, y está sembrada de múltiples anécdotas. El común denominador es la penuria del momento. Zurbarán vive prácticamente del crédito. Las facturas se acumulan y sólo gracias al trabajo profesional intenso, a la ayuda de algunas personas y a una confianza sin límites mantiene su funcionamiento.
La tarea de formación humana y sobrenatural que aquí se lleva a cabo será importante: un elevado número de mujeres pide la admisión en la Obra y otras muchas reciben un fuerte impulso en su vida cristiana, en este Centro del Opus Dei. Pero lo principal no es la Residencia. El Opus Dei no es un espacio concreto al que acercarse: es la presencia diaria, en la calle, de cada uno de sus miembros. Si las primeras mujeres de la Obra viven en los Centros que acaban de estrenarse es por una necesidad inmediata de orden, de dirección y formación. Muy pronto habrá personas que han de permanecer en su ambiente familiar, en los niveles sociales más diversos. Una idéntica vocación anima a todas. Solamente cambian las circunstancias.
Van adelante con la certeza sobrenatural de que la Obra es un imperativo de Jesucristo y no hay dificultad, incomprensión o freno que pueda detenerla en su camino.
Ana Sastre, Tiempo de caminar. Rialp, Madrid, 1990, 2ª ed.