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6 julio 2025

San Josemaría hoy: 1965. Tiempo de descanso

En 1965, Scaretti, un amigo de Álvaro del Portillo, les cede la casa de una finca de labranza que tiene en Castelletto dei Trebbio, a unos veinte kilómetros de Firenze (Florencia), con la condición de que la dejen libre a mediados de agosto, porque piensa ir él con su familia.
La casa muestra las huellas del avejentamiento y el desuso y dista bastante de ser un sitio confortable. No tiene teléfono, ni televisión. Para acceder a ella, hay que subir una alta colina por un camino pecuario, de tierra sin asfaltar. Los alrededores son campos de labor. Y la zona, como casi toda la Toscana, es de clima continental: muy frío en invierno y muy cálido en verano.
Escrivá, Del Portillo, Echevarría y Cotelo pasarán allí, en Il Trebbio, varias semanas de julio y agosto.
Por delante van cuatro mujeres de la Obra: Marga Barturen, Victoria Postigo, Dora del Hoyo y Rosalía López. Ellas se encargarán de la administración doméstica y de convertir esa desvencijada vivienda en un hogar alegre y acogedor.
Scaretti había advertido que en el comedor verían unas bellas porcelanas de Cappo di Monte valoradas en cuarenta millones de liras. Así que, nada más llegar, el Padre indica que se recojan con muchísimo cuidado, se guarden en un armario que no haya que utilizar y se evite así el riesgo de romperlas y de tener que hacer un gasto innecesario.
Aquí, en Il Trebbio, y en cualquier otra casa -prestada o alquilada- donde pase ese tiempo de vacaciones, Escrivá mantiene una continua consciencia de que está usando un inmueble, unos muebles y un ajuar que no son suyos, y se esmera en evitar cualquier desperfecto. Si, por organizarse el trabajo y el estudio, deciden mover algunos muebles, encarga a Javier C. que haga "un dibujo de la habitación, tal como está al llegar, para dejarla igual cuando nos marchemos". Cuida también que los muebles no rocen las paredes; o que se reponga una bombilla fundida, aunque ello comporte tener que ir a comprarla hasta el pueblo, y que sea como las del resto de la lámpara.
Sentirse así, forastero y de prestado, no le incomoda. Más bien, le ayuda a vivir sin arrellanarse y sabiéndose pobre. Cuida lo ajeno como si fuera propio. Así, durante uno de los veranos, en Londres, se da cuenta de que hay un tránsito de hormigas perfectamente organizadas en fila india que, procedentes del jardín, entran por una puerta, cruzan el cuarto de estar y salen por otro balcón. Le llama a Dora y a Rosalía y les pide la aspiradora. Después, con la ayuda de Echevarría, procede al "exterminio por absorción" de toda aquella "tropa".
Años más tarde, cuando veranee en Premeno, en el norte de Italia, intervendrá también en otra operación similar, armado de un palo enorme, mientras Javier E. y Javier C. destruyen el hormiguero, quemándolo con gasolina... ¿Qué hombre -por famoso, sabio o santo que sea- no chavalea jugando a la guerra con el utilísimo pretexto de "aniquilar" unos insectos?
Aquí mismo, en el Castelletto dei Trebbio, el "enemigo a abatir" serán unos alacranes, que tienen su guarida cerca de la habitación de Javier Echevarría. Escrivá le gasta bromas:
- Javito, se ve que tienes el corazón como una piedra, porque esos alacranes van siempre a donde estás tú...
Y, cuando un día Javier E. cuenta que acaba de matar otro de esos arácnidos, Escrivá, fingiendo una seria preocupación, le dice:
- Mira, no sé si será cierto, pero yo he oído -y esto proviene de la sabiduría popular- que los alacranes marchan siempre en pareja. Así que, vamos un momento a tu cuarto para encontrar a su pareja. No vaya a ser que hayas matado a uno y luego te pique el otro; y no por venganza, sino porque los que venían eran dos...
Como, casualmente, encuentran vivo al alacrán desparejado, mientras dura la cacería, Escrivá comenta muy divertido:
- ¿Lo ves? ¿Lo ves? ¡Ya te lo dije! Lo que pasa es que tú eres hombre de piso y no conoces... las maravillosas aventuras de vivir en el campo.
En esas semanas, Escrivá se organiza un horario en el que haya tiempo para rezar, para trabajar y para hacer deporte, dar algunos paseos, salidas de excursión...
El trabajo lo centra en revisar un texto suyo -la "Instrucción sobre la Obra de San Gabriel"-, que se refiere a los miembros Supernumerarios del Opus Dei y al apostolado con personas casadas.

Pilar Urbano. El hombre de Villa Tevere. Plaza y Janés, Barcelona, 1995, 7ª ed.