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3 abril 2025

San Josemaría hoy: 1945. Celebra en San Cecilio de Granada

El lunes por la mañana, en cuanto terminó el Padre sus visitas [en Córdoba], salieron para Jaén. Olivares y más olivares, hasta donde alcanza la vista. En el Palacio episcopal les informaron que el Sr. Obispo se hallaba de viaje. Tomaron la carretera de Granada. Esa noche se hospedaron en un hotel de la Alhambra.
El martes, 3 de abril, celebró misa el Padre en una parroquia cercana al hotel. Aparte la visita al Sr. Arzobispo, Mons. Agustín Parrado, dedicaron el día a recorrer fincas urbanas que pudieran servir, convenientemente adaptadas, como residencia de estudiantes. Continuaron inspeccionando casas por la tarde; «pero al Padre —escribirá don José Luis en el diario de viaje de esos días— le gusta el Carmen de las Maravillas más que ninguna otra cosa. El acceso es malo, pero una vez allí hace verdaderamente honor a su nombre». Don José Luis y Jesús Alberto levantaron rápidamente un plano elemental de la distribución y medidas del interior del carmen, que era relativamente modesto y no estaba en muy buenas condiciones. Lo que sí podía calificarse de maravilloso era la vista, desde lo alto de una torrecilla, sobre la ciudad y la vega del río Genil.
Al igual que en Sevilla, Málaga y Córdoba, tuvo que hacer muchas visitas. A esas alturas, con sus cuarenta y tres años, don Josemaría había presenciado tantas cosas y tratado a tanta gente, que bien podía aplicarse a sí mismo lo que antaño pensaba de los Albás y de los Blanc: que la familia de su madre tenía conocidos hasta en Siberia. En el caso del Fundador esto no sonaba a exageración. Para demostrarlo estaba esa larga lista de eclesiásticos, y no eclesiásticos, con los que se iba tropezando por toda Andalucía, en la mayoría de cuyos pueblos y ciudades no había puesto nunca los pies. (La excepción era aquel azaroso viaje desde Burgos a Córdoba, en busca de un alma a la que atender, en abril de 1938). Ahora, en esta su primera visita a Granada, se presentó de improviso en casa de los marqueses de las Torres de Orán, para darles una grata sorpresa. Y, ¿de qué iban a conversar sino de los recuerdos de aquella temporada de 1936-1937, que habían pasado encerrados en la Clínica del doctor Suils?

Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei (vol. II). Rialp, Madrid, 2002