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13 abril 2025

San Josemaría hoy: 1939. Mucha paz de espíritu

Dispuesto a revolver, Santiago topó, sin duda, con algunos escritos espirituales de mucho sabor, de los que da noticia: «entonces fue —nos dice— cuando leí el diario que Josemaría había llevado durante muchos años. Recuerdo los cuadernos de hule negro». Se trataba, claro está, de los Apuntes íntimos del Fundador. Aquel baúl, puesto allí bajo el amparo de la Providencia y la vigilancia amorosa de doña Dolores, contenía una importante porción del espíritu y de la todavía breve historia de la Obra. En Doctor Cárceles comenzó el baúl una larga odisea que duró toda la guerra, incólume a desplazamientos y registros.
(Tres años más tarde, como quien se topa con un viejo conocido, anotaba el Fundador: ¡Madrid!, día 13 de Abril de 1939: a la vuelta de casi tres años, reanudo mis Catalinas en este cuaderno que quedó sin terminar, en julio del 36. Jesús ha querido, de modo poco ordinario, que se conserve nuestro archivo. Y se ha servido de mi madre y de Carmen como instrumentos).
En el piso de Sagasta vivía el Padre muy aislado, sin otra compañía que la de Juan, pues Manolo imponía a los huéspedes su decisión de mantener a toda costa el incógnito, y no recibir visitas. Un día, suspendiendo tan excesiva reserva, Manolo les presentó a dos refugiados del piso de abajo, pero sin revelar a éstos el carácter sacerdotal de don Josemaría. Aunque no fue necesario que lo hiciese. Vista la familiaridad con que don Josemaría trataba los temas religiosos, le identificaron prontamente, que es lo que el sacerdote pretendía, por si necesitaban de su ministerio. Uno de ellos —Pedro Mª Rivas, abogado madrileño entonces, y más tarde, religioso— refiere que «se le veía en aquellos días de la guerra con gran paciencia y mucha paz de espíritu».

Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei (vol. II). Rialp, Madrid, 2002.