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1 abril 2025

San Josemaría hoy: 1950. La cuestión de los sacerdotes

Contra todo pronóstico, y a pesar de los deseos de todos, la aprobación definitiva que Pío XII había de sancionar, se retrasa. Incluso, cuando se tienen en la Curia todos los pareceres favorables, surge -el 1 de abril de 1950- un inesperado aplazamiento, un dilata que, con todos sus incordios, a la postre iba a resultar un favor providencial: Y es que, justo en ese intervalo, en esa primavera de obligada demora, Josemaría Escrivá "entendería" con nitidez que también los sacerdotes diocesanos tenían sitio en la Obra. Quizás sea más correcto decir que lo que Escrivá "entendió" fue cómo hacer "entender" en la Santa Sede lo que él ya había "entendido" el 2 de octubre de 1928, cuando "vio" la Obra, formada por laicos y sacerdotes.
Como en los casados el quicio de su santidad es, precisamente, su "vocación matrimonial", y todos los deberes de su estado y oficio; así también, en los clérigos, la plataforma de su vinculación a la Obra será el poder santificarse desde su "vocación sacerdotal" y con el desempeño de los trabajos de su propio ministerio. No había nada que inventar, ni plana que enmendar a la Obra, tal como había salido de la mente de Dios.
En cuanto al aparente problema de la "doble obediencia", también se diluyó como un azucarillo. Esos sacerdotes diocesanos sólo tendrían un superior: su Obispo. Toda su dependencia en el Opus Dei sería respecto al director espiritual que, expresamente, no tiene funciones de gobierno: puede "aconsejar" todo lo que quiera, pero no puede "mandar" nada.

Pilar Urbano. El hombre de Villa Tevere. Plaza y Janés, Barcelona, 1995, 7ª ed.