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4 enero 2025

San Josemaría hoy: 1933. Veía trescientos, trescientos mil, treinta millones

1933. Veía trescientos, trescientos mil, treinta millones
El grupo de los seguidores de don Josemaría estaba por entonces muy mermado. Unos se habían ido de Madrid. Otros sufrieron enfermedades y tribulaciones; y otros se cansaron de seguirle porque tenían un querer sin querer. En tales circunstancias resultó providencial la aparición de un estudiante de Medicina llamado Juan Jiménez Vargas. Un par de veces habló con él don Josemaría. En la segunda entrevista, el 4 de enero de 1933, expuso al estudiante el panorama sobrenatural de la Obra. Detrás de esta vocación vinieron unos cuantos amigos. Los amigos de Juan eran gente con ardor patriótico, asidua a los actos de propaganda política, los cuales solían celebrarse los domingos, que era precisamente el día de la catequesis. Algo debió calmar por dentro a esos trepidantes activistas, como para decidir que no hacían tanta falta en los mítines como en la catequesis. La primera visita a la barriada de Los Pinos se fijó para el domingo, 22 de enero.
Entretanto ya había comenzado don Josemaría a trabajar las almas de aquel grupo de estudiantes. El sábado 21 de enero, se presentó Juan con dos amigos para que don Josemaría les diera una clase de formación religiosa. La reunión tuvo lugar en el asilo de Porta Caeli, en una sala que les habían cedido las monjas:
El sábado pasado, con tres muchachos y en Porta Caeli di comienzo, g.a.D., a la obra patrocinada por S. Rafael y S. Juan. Hice después de la charla, exposición menor, y les di la bendición con el Señor. Nos reuniremos los miércoles.
A Juan le impresionaron la fe y devoción que trascendían de los gestos y oraciones litúrgicas, «sobre todo, la manera de tener la custodia en sus manos y dar la Bendición». Años más tarde explicaría el sacerdote por dónde andaba su pensamiento al dar aquella bendición con el Santísimo:
Al terminar la clase, fui a la capilla con aquellos muchachos, tomé al Señor sacramentado en la custodia, lo alcé, bendije a aquellos tres..., y yo veía trescientos, trescientos mil, treinta millones, tres mil millones..., blancos, negros, amarillos, de todos los colores, de todas las combinaciones que el amor humano puede hacer. Y me he quedado corto, porque es una realidad a la vuelta de casi medio siglo. Me he quedado corto, porque el Señor ha sido mucho más generoso.

Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei (vol. I). Rialp, Madrid, 1998, 3ª ed.