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17 enero 2025

San Josemaría hoy: 1938. Penitencias y mortificaciones por amor

Al no cobrar estipendios, don Josemaría tenía libres las intenciones de su misa, para aplicarlas por las necesidades de la Obra y de los suyos. Excepcionalmente, el 17 de enero la dijo por su persona e intenciones:
Celebro por mí, sacerdote pecador, el Santo Sacrificio. Lo noto: ¡cuántos actos de Amor y de Fe! Y, en la acción de gracias, breve y distraída sin embargo, he visto cómo de mi Fe y de mi Amor: de mi penitencia, de mi oración y de mi actividad, depende en buena parte la perseverancia de los míos y, ahora, aun su vida terrena. ¡Bendita Cruz de la Obra, que llevamos mi Señor Jesús —¡Él!— y yo!
Para sus penitencias le era preciso al sacerdote un mínimo de independencia y libertad de movimientos. Tengo ganas de tener una habitación para mí sólo —reflexiona en sus Apuntes—: no es posible hacer, si no, la vida que Dios me pide. Esa vida consistía en dormir en el suelo, y solamente cinco horas diarias (menos la noche del jueves al viernes, que pasaría en blanco); en prescindir de algunas comidas; y en el uso de las disciplinas (ejercicio totalmente incompatible con el sosiego de una casa de huéspedes, pues ya sabemos cómo solía manejarlas don Josemaría). Por cierto —seguía anotando—, resulta divertidísimo algo que he vivido en Pamplona y en Burgos, y que podía titularse: "a la caza de unas disciplinas". Ignoramos los particulares del caso. Quizás aluda el penitente a la dificultad en hacerse con unas disciplinas adecuadas a su gusto y pretensiones.

Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei (vol. II). Rialp, Madrid, 2002