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26 de septiembre de 1939
Onésimo Díaz, Posguerra
La nueva residencia estaba pensada para continuar la historia de DYA antes de la guerra, pero ahora había un factor novedoso: Escrivá había convencido a su madre y sus hermanos para que vivieran con él al terminar la guerra. En los apuntes personales y en otros escritos del fundador se decía que la Obra era familia y, a la vez, milicia. Tanto en la sede provisional habilitada en el Patronato de Santa Isabel como en la residencia recientemente alquilada en la calle Jenner, el fundador buscó un ambiente de hogar propio de una familia cristiana, tal como él había vivido en Barbastro durante su infancia. Por eso le llamaban Padre, y por eso el fundador se dirigía a ellos en sus cartas como a sus hijos, hablaba con cada uno sin prisa y con cariño, en especial a los que estaban de permiso, y atendía a cada uno como si fuera la única persona del mundo. El fundador escribió que los vínculos de esta familia del Opus Dei eran más fuertes que los lazos de la sangre. Al mismo tiempo, la Obra era milicia, no por las circunstancias provisionales de la posguerra, sino porque veía la necesidad de una disciplina y una obediencia —como en el ejército— a él y a sus sucesores desde los inicios de la fundación.