-
19 de septiembre de 1938
John F. Coverdale, La fundación del Opus Dei
Había pasado un mes desde que dejaron a Alastrué y no tenían noticias de él ni de su paradero. Inexplicablemente, el 19 de septiembre de 1938, llegó a la localidad, formando parte de un destacamento que iba allí para completar el batallón. Al principio, fue destinado a una compañía distinta a la de Rodríguez Casado y del Portillo, pero solicitó el cambio de compañía y pocos días más tarde lo consiguió.
Del Portilló obtuvo un permiso para pasar el 2 de octubre, décimo aniversario de la fundación del Opus Dei, en Madrid. Con Zorzano, González Barredo y Santiago Escrivá se puso a la cola de los barracones donde repartían un poco de pan, algo de arroz cocido y una sardina. Sentados en la acera de la calle, comieron su “pequeño banquete” para celebrar la fiesta. Al despedirse, Zorzano entregó a del Portillo varias formas consagradas para que las llevase a los que habían quedado en el frente.
Del Portillo contó a Zorzano que esperaban ser enviados al frente tres días después y que planeaban escapar al otro lado lo antes posible. Zorzano le respondió que ya había escrito a Escrivá para decirle que llegarían en torno al 12 de octubre, fiesta de la Virgen del Pilar. Años después, del Portillo comentaba: “Quedé, naturalmente, más que medianamente desconcertado ante la respuesta de Isidoro. ¡Si él no sabía, hasta que se lo dije yo, que enseguida marchábamos al frente! Y, además, sólo Dios sabía si podríamos o no pasarnos cruzando la línea de fuego. Y, aun en caso de que lográramos evadirnos [...] ¿cuándo sería? Todo esto pensé, pero no comenté nada. E insisto en que la naturalidad con que aseguró Isidoro que había escrito en ese sentido —y con esa seguridad— al Padre, me desconcertó plenamente”.
El 9 de octubre de 1938, el batallón de del Portillo, Alastrué y Rodríguez Casado emprendió una larga marcha que le llevaría, en las primeras horas del día siguiente, hasta posiciones en lo alto de una colina cercana a un pueblo próximo al frente. Del Portillo oyó comentar a uno de los oficiales de la unidad a la que sustituían que las tropas nacionales paraban en Majaelrayo, pueblo a pocos kilómetros hacia el norte.
Al día siguiente del Portillo y Alastrué fueron enviados a conseguir provisiones en un pueblo a mitad de camino entre su posición y Majaelrayo. Rodríguez Casado, por su parte, recibió permiso para ir al mismo pueblo a comprar una medicina. A las 6.00 de la mañana y después de comulgar, emprendieron la marcha en medio de un chaparrón que creció a medida que avanzaba el día. Subieron varias montañas y evitaron ir por los caminos principales para mantenerse fuera de la vigilancia.
Hicieron noche en una cueva y en las primeras horas del día 12 se pusieron en camino. Ascendieron por un bosque de pinos y veían abajo un pueblo, pero no sabían si estaba en manos de los republicanos o los nacionales. Al oír las campanas de la iglesia que llamaban a los fieles para la Misa, se dieron cuenta de que estaban en zona nacional. Corrieron pendiente abajo sin tomar ninguna precaución. Al llegar al pueblo –que no era Majaelrayo, sino Cantalojas- supieron que habían sido descubiertos antes. Pensando que podía tratarse de una avanzadilla del ejército republicano, el comandante de las tropas nacionales había ordenado abrir fuego de ametralladora si había un despliegue o una maniobra de retirada.
Pudieron oír Misa y comer algo. Entonces, Rodríguez Casado llamó a su padre, coronel del ejército nacional. Gracias a su influencia, no fueron enviados a un campo de refugiados y prisioneros, sino que les permitieron seguir viaje a Burgos.
El 12 por la mañana, Botella y Casciaro se marcharon a la oficina. Escrivá prometió llamarles en cuanto llegaran. Pasó el 12 sin noticias, pero Escrivá se mantenía “tranquilo, seguro, contento. Cada llamada, cuando sonaba el teléfono, creía que eran noticias. El 13 transcurrió lo mismo, el Padre de fiesta y de broma todo el día. Nos decía que estuviéramos alerta. El día 14 me dijo: “ya os avisaré al cuartel, cuando lleguen”. Les llamó a las 8.00 de la tarde para comunicarles que ya estaban allí.