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5 de agosto de 1958
Inédito, Algunas fechas de la vida de san Josemaría
San Josemaría se encuentra caminando por las calles de Londres. Ve todo aquel ir y venir de gente de muchas naciones y lenguas. Gente muy fría, que caminan "en silencio, sin mirarse, abstraída de todos los demás". Un tanto descorazonado, se vuelve a Dios y le dice: "Esto se te ha escapado de las manos... Londres es mucho Londres... ¡Yo no puedo, Señor, yo no puedo!". Y, entonces, escucha la voz de Dios dentro de sí: ¡Tú no puedes nada, pero Yo lo puedo todo!
Contaba el Padre: "Me encontraba hace poco en una nación a la que quiero mucho. Allí pululan las sectas y las herejías, y reina una gran indiferencia ante las cosas de Dios. Al considerar este panorama me desconcerté y me sentí incapaz, impotente: Josemaría, aquí no puedes hacer nada.. (...) De pronto, en medio de una calle por la que iban y venían gentes de todas las partes del mundo, dentro de mí, en el fondo de mi corazón, sentí la eficacia del brazo de Dios: tú no puedes nada, pero Yo lo puedo todo!, tú eres la ineptitud, pero Yo soy la omnipotencia. Yo estaré contigo, y ¡habrá eficacia!".
Contestando a una pregunta sobre este suceso decía don Álvaro en una tertulia en Inglaterra el 19 de julio de 1980: "Fue enseguida de venir. Era el celo por las almas, que el Padre tenía en grado superlativo. Ahora lo recuerdo perfectamente. El Padre pensaba: Señor, aquí parece que está todo por hacer... Vuestros hermanos habían trabajado mucho y muy bien, pero esto es tan grande... Londres es mucho Londres, decía el Padre, sintiendo la impotencia suya y de todos nosotros, pobres instrumentos. -Señor, que no puedo nada, decía en su oración mientras caminaba por la calle. Y esta fue la respuesta divina: tú no puedes nada, pero Yo lo puedo todo.
Enseguida se puso en movimiento, y buscó dos iglesias. Una, que estaba cerca de la Universidad de Londres, pertenecía a una secta protestante: todos los ministros de esa secta dicen que son obispos y que cuando se muera el último, se terminará el mundo; ¡nada menos! Quisimos verla, con intención de conseguir hacernos cargo de ella, aunque no tuviésemos dinero. No nos dejaron visitarla por ser católicos. La segunda estaba cerca de Oxford Street, en Hanover Square. Yo hice muchas gestiones para obtener el dinero necesario, porque me lo mandó el Padre. Pero no salió adelante.
Desde el principio decía el Padre que Londres es una encrucijada mundial. Empleaba esta palabra: encrucijada, un lugar donde coincide gente de todo el mundo. Y pensó en poner aquí un duplicado de nuestra sede central. Nos dirigimos a una agencia de compra-venta de cosas, y con ese motivo vinimos a ver Wickenden Manor. El Fundador quería que al mismo tiempo fuese un lugar para venir aquí cuando en Roma aprieta el calor, y trabajar a gusto. Entonces no pudo ser, pero todo eso se hará, en otra parte. El Padre puso en marcha todas esas gestiones en una semana".
En 1999, durante la convivencia de consiliarios en Roma, el consiliario de Inglaterra contó al Padre, don Javier que, en una iglesia confiada a sacerdotes de la Obra en Londres, muy cerca de la calle donde el Padre tuvo aquella locución, la atención pastoral ha ido cada vez más en aumento: confesiones, etc. Don Javier comentó que es la respuesta de Dios a la oración de san Josemaría.