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26 agosto 2024

El Padre sufre mucho

26 de agosto de 1969

Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere

El 26 de agosto, a punto ya de irse de Premeno, Javier Echevarría entra en el cuarto de Escrivá. María José y Dora están allí ordenando algo. Al verlas, hace ademán de retirarse. Pero se gira rápido y, parado en el umbral de la puerta, les dice:

- El Padre está sufriendo mucho, por razones que no son del caso. Nosotros conocemos muy poco... Pero os lo digo para que recéis más, todavía más (20).

Es cierto que el Padre está sufriendo mucho. Dos años después, en Roma, el 25 de marzo de 1971, en una tertulia de muy pocos, les confesará a sus hijos:

- Ahora me río, incluso a carcajadas, yo solo. Me río, porque tengo presencia de Dios, si no...¡qué cosas diría! Pero, hace dos años, he llorado mucho. Esas lágrimas, en la Misa, no imagináis que consuelo dan... aunque queman los ojos. Esta serenidad de ahora, como las lágrimas de entonces, son cosa de Dios.

El año 1970 ha sido duro para Josemaría Escrivá: El clima de hostilidad y de desconfianza en los ambientes eclesiásticos, es como una nube fría que hiela el corazón. Esa diffidenza se siente en Roma, y quizá sólo en Roma, entre ciertas élites del alto clero; pero a Escrivá le empapa en congoja. Hasta que un buen día -exactamente, el 1 de mayo- decide, súbitamente, cruzar el océano, ir a México, y plantarse -así, plantarse- a los pies de la Virgen Morena de Guadalupe, durante horas y horas. Sin prisa, que es como están los pobres cuando piden limosna. Con toda la calma del mundo. Y con toda la pasión. ¡Alma, calma!. Un día y otro y otro...Una novena de días de ronda, de plegaria, de ruego insistente, hasta conseguir, hasta tener la certeza moral de que la Señora ha escuchado la súplica y está obteniendo la solución. De rodillas en una alta tribuna de la Basílica guadalupana, o abajo, agarrado a las verjas de hierro, llorando a lágrima viva, con confianza de hijo, Josemaría ha pedido -casi, casi, ha reclamado- cosas muy serias, muy determinantes, para la Iglesia y para el Opus Dei.

El verano, otra vez en Premeno, es una continuación de esa novena de México: hablar y hablar con la Virgen.