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20 de julio de 1936
François Gondrand, Historia del Opus Dei y de su Fundador
Al finalizar la mañana del lunes 20, los asaltantes irrumpen en el cuartel, matan a los defensores y se apoderan de las armas que encuentran allí.
El Padre ha enviado a todos los de la Obra con sus familias, recomendándoles que le comuniquen si han llegado sin novedad.
Por teléfono, se entera de que Juan Jiménez Vargas, Álvaro del Portillo y José María Hernández de Garnica están reunidos en casa de Juan, y les anuncia que piensa abandonar la casa de Ferraz. Pero salir en sotana hubiese sido firmar su sentencia de muerte, así que, habiendo encontrado un mono de trabajo, que le está un poco grande, se lo pone. Vestido de tal guisa, se abre paso, acompañado de Isidoro Zorzano y de José María González Barredo, entre los grupos de gente alborotada que rodea el Cuartel. La excitación reinante es tal, que nadie se fija en el amplio círculo de la tonsura del Padre.
Se dirige inmediatamente a casa de su madre, donde permanece escondido algunos días, en compañía de Juan, que se reúne con él unos días más tarde.
Juan Jiménez Vargas, que ha ido al depósito de cadáveres, ha podido comprobar que los rumores que circulan por la ciudad sobre fusilamientos masivos son, desgraciadamente, ciertos.