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10 abril 2024

En busca de la incardinación en Madrid

10 de abril de 1931

Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei

Era el 4 de febrero de 1931 cuando el capellán fue a visitar a don Pedro Poveda, hombre entrado en años y de maneras bondadosas. Le expuso don Josemaría sus deseos. Prometió el otro apoyarle para obtener un nombramiento de Capellán de Honor de Su Majestad.

— ¿De qué se trata?, preguntó el solicitante.

Don Pedro le explicó que se trataba de un título honorario, sin encargo pastoral de ningún género, con ciertos privilegios en cuanto a la vestimenta y...

— Pero con ese nombramiento —interrumpió el capellán—, ¿puedo resolver el problema de mi incardinación en Madrid?

No. Era un nombramiento puramente honorario y sin derecho alguno a incardinarse en la capital.

— Entonces no me interesa nada, replicó.

El asombro de don Pedro fue mayúsculo al ver que aquel joven sacerdote rechazaba cargo tan prestigioso y ambicionado por otros clérigos, por la simple razón de que quería incardinarse en Madrid para servicio de las almas. Para ese servicio espiritual —pensaba por su parte don Josemaría— no necesitaba de gajes ni de títulos. Tampoco de dinero. Y si Dios se había encargado visiblemente de despojarle de medios materiales, ¿no se encargaría de correr con los gastos de apostolado?

Tras la rechazada oferta del Secretario del Patriarca de las Indias, don Josemaría inició a las pocas semanas otra gestión oficial. Unas señoras, que también colaboraban en el Patronato de Enfermos, le presentaron al Subsecretario del Ministerio de Gracia y Justicia, de cuyo departamento dependían los asuntos eclesiásticos. El dignatario en cuestión, Sr. Martínez de Velasco, tenía un puesto que le venía como anillo al dedo. Se ajustaba perfectamente a los deseos del capellán. Prometió avisar en breve a don Josemaría. Era entonces el 10 de abril de 1931. No tuvieron tiempo de fijar la fecha de la entrevista, porque cuatro días más tarde se proclamaba la República en España.

De este fallido intento dejó escrito en sus Apuntes: Dios no lo quiso. Yo estoy tan fresco. ¡Bendito sea!