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23 noviembre 2024

La vocación de don Pedro Casciaro

23 de noviembre de 1935

Inédito, Algunas fechas de la vida de san Josemaría

Pide la admisión D. Pedro Casciaro. Don Pedro había llegado a vivir a Madrid -procedente de Murcia- para hacer los estudios universitarios en 1932. El 1935, un amigo suyo -Agustín Thomás Moreno, le habló de Escrivá y, después de varias ocasiones de invitarlo a conocerlo, don Pedro accedió "por pura y simple curiosidad". A finales de enero de 1935 lo llevó a Ferraz 50, donde conoció la Academia DYA. Ahí conoció a san Josemaría. En el mismo momento de presentarse, el Padre pidió a Agustín que los dejara solos. "Me llamó poderosamente la atención su bondad, su alegría contagiosa, su buen humor... y le abrí mi alma como nunca había hecho con ninguna otra persona a lo largo de toda mi vida. No sabría precisar cuánto tiempo estuvimos hablando; lo más probable es que no pasara de tres cuartos de hora. Sólo recuerdo que al despedirme le dije: Padre, me gustaría que usted fuese mi director espiritual (...); yo no tenía por aque entonces, una idea clara de lo que significaban esas dos palabras juntas". Poco tiempo después de conocerse, en alguna visita al Padre, don Pedro lo notó especialmente contento: acababa de recibir el permiso del obispo para que se quedase reservado el Santísimo Sacramento en el oratorio de Ferraz (que quedó reservado el 31 de marzo de 1935). Y siguió llevando dirección espiritual con el Padre: "El Fundador nunca me dijo nada por lo que se refiere a la vocación, y menos de vocación al Opus Dei". Después del verano de 1935, al regresar a Madrid, en septiembre de 1935, Miguel Fissac le comentó que se estaba planteando la posibilidad de ser de la Obra. Don Pedro empezó a plantearse: "¿Y si Dios me llamase a mí por ese camino?". Cuando se lo planteó al Padre le dijo que siguiera cuidando su vida de piedad y que procurara comenzar el curso escolar con mucho afán de estudio. Asistió, poco después, a un retiro mensual que se había organizado para reconectar a los que se habían ausentado de Madrid durante el verano. El Padre habló mucho de sacrificio, de la Cruz del Señor, de mortificación y del joven rico. "Ya en la primera meditación vi claro que no podía hacer lo del joven rico del Evangelio. Y al acabar el retiro, busqué al Padre y le pedí que me dejara ser miembro del Opus Dei. El Padre me aconsejó calma de nuevo. Me dijo que era preferible que esperara y que intensificara, mientras tanto, mi plan de vida espiritual. ¿Cuánto debía esperar? Al principio me habló de un mes. Me pareció muchísimo. Le pedí que acortara el plazo: cuatro, tres, dos semanas... fue un verdadero forcejeo: - Padre, desde que me he planteado la vocación, ya no tengo tranquilidad alguna para nada... Tanto insistí, que logré que me concediera un plazo más breve: nueve días. Nueves días me parecían en aquellos momentos una eternidad. ¿No se podrían acortar? "Haz un triduo -concedió entonces- encomendándote al Espíritu Santo, y obra en libertad, porque donde está el Espíritu del Señor allí hay libertad". Comenzó el triduo el 18 de noviembre. Al terminar, se había decidido totalmente y decidió pedir formalmente al Padre la admisión. San Josemaría le explicó que se hacía mediante una carta escrita de puño y letra, dirigida a él. Don Pedro interpretó que había que escribirla y enviarla por correo y así lo hizo. Escribió la carta y la echó en un buzón, calculando que llegaría al Padre al día siguiente. De este modo, pensaba don Pedro, cuando volviera a verle -varios días después- ya tendría una respuesta para él. Efectivamente, fue a verlo un pocos días después.