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4 de octubre de 1957
Inédito, Algunas fechas de la vida de san Josemaría
San Josemaría comenta con Jesús Álvarez Gazapo algunas soluciones para la Cripta de Santa María de la Paz. Le dice algo en relación a su propia sepultura. Indica a Jesús que tome nota de un pequeño texto que va a dictarle "para cuando me enterréis". Tras el nombre y los apellidos, como único título debe ir la palabra: "Peccator", y a renglón seguido: "orate pro eo". "Si queréis, podéis añadir estas otras palabras: genuit filios et filias". Don Jesús toma nota sin decir nada, y el Padre añade: "Pero, llegado el momento, debéis obrar con entera libertad". Nunca más volvió a hablar del asunto.
Después de su muerte, don Álvaro escribía el 29 de junio, haciendo referencia a aquella sugerencia del Padre: "Yo he pensado en la presencia de Dios, que no podíamos escribir esa primera parte: tanto más, cuanto nos dejó en libertad. Me acuerdo de que, durante muchísimos años, el Padre se firmaba y todavía con frecuencia seguía firmándose: Josemaría pecador; o el pecador Josemaría: y decía de sí mismo, en su profunda humildad, que era "un pecador que amaba con locura a Jesucristo". Una gran lección más de humildad -insisto- para nosotros todos, peor me parece que no hubiéramos sido buenos hijos si hubiéramos grabado una inscripción así sobre su tumba (...).
Esta anécdota, sencilla y edificante, recoge la desestimación que nuestro santo Fundador tenía de sí mismo. Sobre la gran losa de mármol verde muy oscuro, casi negro, de la tumba, interpretando el deseo de todas y de todos, mandé que, enseguida, con letras de bronce dorado, se pusiera solamente: EL PADRE".