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22 octubre 2024

Centro de Donadío, en Madrid

22 de octubre de 1940

Onésimo Díaz, Posguerra

La necesidad imperiosa de encontrar una casa espaciosa y bien situada, donde trasladar a algunos de Jenner y acoger a los que se iban incorporando al Opus Dei en otras ciudades, se vio col­mada en el verano de 1940. A finales de julio se firmó el contra­to para la casa del Centro de Estudios.

Entre las casas visitadas se eligió una ubicada en la confluen­ cia de la calle Lagasca con la calle Diego de León, que pasó a ser el segundo centro del Opus Dei en Madrid. Esta vivienda se encontraba en el céntrico barrio de Salamanca, un entramado de calles anchas y rectas y un conjunto de manzanas de considerable tamaño, lugar de residencia tradicional de la burguesía madrileña.

El chalet elegido era propiedad de los herederos del marqués de Donadío, que había mandado construir a principios del siglo xx tres edificios idénticos del mismo estilo arquitectónico en las calles Diego de León, Velázquez y Lagasca, y por este mo­tivo el nuevo centro se le conocía como Donadío. El inmueble disponía de un jardín y contaba con una cocina en el semisótano, un comedor y varios salones en la planta baja, y numerosas habitaciones y salas. Tenía tres alturas y una terraza en la parte superior coronada por una balaustrada con jarrones. La primera y la segunda planta presentaban amplios ventanales separados por grandes sillares almohadillados. La planta baja y la tercera eran de menores proporciones y más sobrias. La entrada estaba por el número 116 de la calle Lagasca, que daba acceso al jardín, y desde ahí se podía entrar por una cancela al edificio. A lo largo del mes de octubre de 1940 se realizó el traslado de parte del mobiliario de Jenner a Donadío. El fundador eligió una habita­ción como dormitorio y despacho en la tercera planta con tres paredes al exterior, fría en invierno y calurosa en verano.

No obstante, el edificio se había visto afectado por los efec­ tos de la Guerra Civil. A pesar de su aspecto señorial necesitaba arreglos y mejoras. Inmediatamente, comenzaron los trabajos de instalación, pues el fundador deseaba que se abriera cuan­ to antes. Pero esto no fue posible, ya que la casa era amplia, de techos altos, y llevaba tiempo sin ser habitada. Zorzano se ocupó de coordinar los trabajos de fontanería, carpintería y electricidad de toda la casa. Las obras se hicieron poco a poco. La calefacción no iba bien, y se tardó mucho tiempo en ponerla en funcionamiento, tras cambiar toda la instalación. Tampoco se dispuso de agua caliente durante varios meses. Los muebles que tenía la casa eran escasos, y se decoró paulatinamente a lo largo del curso 1940-1941.

En una gran habitación de forma ovalada se instaló el ora­ torio, que no se pudo utilizar inmediatamente hasta que termi­naron todo, hasta los últimos detalles. En el mes de octubre de 1940 se mudaron los seis primeros residentes: Portillo, director del nuevo centro, que estaba terminando el último curso de Inge­niería de Caminos y cobraba un sueldo como ayudante de Obras Públicas; y Zorzano, que trabajaba en las oficinas de los ferro­ carriles del Oeste y era el encargado de los asuntos económicos del Opus Dei. Pocos días después, llegaron Escrivá, Rodríguez Casado, Galarraga y Orlandis.

También en el mes de octubre de 1940 se trasladaron a esta casa la madre y los hermanos del fundador. En una zona de la segunda planta, que gozaba de cierta independencia, se encon­traba el cuarto destinado a las dos mujeres.

La presencia de la madre y de la hermana en Jenner y des­pués en Diego de León facilitó el desarrollo del apostolado de las mujeres. Además de dar aire de familia a la residencia de es­tudiantes y al Centro de Estudios, las dos mujeres acompañaron a las primeras del Opus Dei en estos momentos cuando ellas no tenían un centro o una casa para poder reunirse.