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16 octubre 2024

Dios le hace sentir de modo especial la filiación divina

16 de octubre de 1931

Inédito, Algunas fechas de la vida de san Josemaría

Este día san Josemaría recibe una gracia especial de Dios que le hace sentir de modo especial la filiación divina.

Contaba don Álvaro en una tertulia: "La filiación divina fue un don de Dios para el Padre. En el año 1931 estaba despidiendo a su familia en la estación de Atocha; marchaban para pasar los meses de calor fuera de Madrid. Allí se encontró con don Marcelino Olaechea, un sacerdote amigo suyo que luego sería arzobispo, y que entonces -a causa de la persecución religiosa- iba vestido de paisano; en aquellos momentos era casi una necesidad. El Padre, a pesar de todo, llevaba siempre la sotana. Después de conversar con ese sacerdote, regresó hacia su casa, que se encontraba al otro extremo de Madrid.

Tomó el tranvía y, de repente, el Espíritu Santo comenzó a actuar en su alma, infundiéndole de modo intensísimo el sentido de la filiación divina. Primero en el tranvía y luego por la calle, el Padre fue durante mucho tiempo haciendo oración y repitiendo en voz alta: Abba, Pater!, Abba, Pater!". En la estación, había comprado el periódico y no pudo leerlo, por sentir la afluencia de la oración de afectos, copiosa y ardiente. Así estuvo en el tranvía, hasta su casa, repitiendo constantemente en voz alta: "Abba, Pater!, Abba, Pater!, Abba, Pater!, Abba!, Abba!, Abba!". Era una jornada luminosa, el sol lucía con mucho brillo y el Padre se dirigía a casa de su madre.

Escribió el Fundador en sus Apuntes Íntimos: "En Atocha compré un periódico y tomé el tranvía. A estas horas, al escribir esto, no he podido leer más que un párrafo del diario. Sentí afluir la oración de afectos, copiosa y ardiente. Así estuve en el tranvía hasta mi casa" (Ap. Int. 334).

Años más tarde escribía refiriéndose a este suceso: "La oración más subida la tuve (...) yendo en un tranvía y, a continuación vagando por las calles de Madrid, contemplando esa maravillosa realidad: Dios es mi Padre. Sé que, sin poderlo evitar repetía: Abba, Pater! Supongo que me tomarían por loco" (Instr. sg V-35).

En una Carta (9-I-59) recordaba: "Sentí la acción del Señor, que hacía germinar en mi corazón y en mis labios, con la fuerza de algo imperiosamente necesario, esta tierna invocación: Abba!, Pater! Estaba yo en la calle, en un tranvía (...). Probablemente hice aquella oración en voz alta. Y anduve por las calles de Madrid, quizá una hora, quizá dos, no lo puedo decir, el tiempo se pasó sin sentirlo. Me debieron tomar por loco. Estuve contemplando con luces que no eran mías esa asombrosa realidad, que quedó encendida como una brasa en mi alma, para no apagarse nunca". Curiosamente, antes de este suceso san Josemaría escribe en sus Catalinas lo siguiente: "Quise hacer oración, después de la Misa, en la quietud de mi iglesia. No lo conseguí".