-
27 de enero de 1938
Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei
Durante el año y medio pasado en zona republicana, en continuo peligro de prisión o de muerte, el Padre vio de cerca la valentía, la fidelidad y la ayuda que para todos había significado contar con Juan Jiménez Vargas. Por su antigüedad en la Obra y sus cualidades de decisión y mando, el Padre le puso a la cabeza de la expedición en el paso de los Pirineos. Una vez en la otra zona, intentó por todos los medios retenerle consigo al recomenzar la labor apostólica. Porque muy bien podía Juan servir a la nación en algún hospital, pensaba el Fundador, combinando ese servicio patriótico con los servicios a la Obra. Así, con esta idea en la cabeza, nada más llegar a San Sebastián instó el Padre a Juan José Pradera para que recomendase el asunto al general Cabanellas. Telefoneó luego al Obispo de Pamplona para que éste, a su vez, se interesara con el doctor Antonio Vallejo Nágera, médico militar, en el posible destino de Juan en Burgos; y continuó insistiendo en el traslado de Juan, sin resultado positivo. Una catalina del 27 de enero recoge ese no darse por vencido: decidido a hacer lo posible y aun lo imposible para traer a Juan a mi lado. ¡Es preciso! Después de tanto sacrificio para pasarse a la zona nacional, ¿era justo que se quedase solo, con todos sus hijos desperdigados, cuando el único motivo que le había impulsado a cruzar los Pirineos era el sembrar inquietudes e ideales apostólicos y atender a la gente de la Obra?