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29 agosto 2024

Carta circular de 9 de enero de 1939

29 de agosto de 1939

Onésimo Díaz, Posguerra

Llegado a Madrid el 29 de marzo, en medio de las ruinas (de la residencia DYA), el fundador predicó media hora a esos cuatro hombres (Zorzano, González Barredo, Fernández Vallespín y Portillo) al hilo de la Carta circular que había escrito el 9 de enero de 1939 en Burgos. Cuando terminó esta predicación, el fundador y los miembros del Opus Dei se llevaron unos faroles que toda­vía podían servir, y abandonaron las ruinas de la residencia.

En el Diario de la residencia DYA escrito por Isidoro Zorzano hasta el 29 de agosto se lee:

En esa carta recordó su compromiso de atender a todos y a cada uno de los miembros de la Obra en cualquier situación; y les exhortó al apostolado, evocando a los sucesores de los após­toles, tema recurrente en su predicación:

Mientras llega esa hora, tan deseada, con esta Carta Circular, os doy luces y aliento, y medios, no sólo para perseverar en nuestro espíritu, sino para santificaros con el ejercicio del discreto, eficaz y varonil apostolado que vivimos, a la manera del que hacían los primeros cristianos.

Este propósito de visitar a las personas del Opus Dei se hizo realidad, en la medida de lo posible, a lo largo de 1938: el fun­dador realizó veintiséis viajes a más de treinta localidades distintas, desplazándose a los lugares en los que se encontraban movilizados los miembros del Opus Dei en la zona nacional. En la carta, señaló que el Opus Dei se acercaba ya a una década de existencia, y que debía proseguir sus pasos a través de la vida interior y del apostolado de sus miembros.

A continuación, insistió en el cumplimiento de unas nor­mas concretas de piedad. Este plan de vida consistía en rezar diariamente una serie de oraciones y prácticas propias de la as­cética tradicional. Desde los primeros momentos del Opus Dei, el fundador había establecido un plan de vida diario y exigente de carácter espiritual, que consistía en ofrecer las obras del día al levantarse, asistir a Misa, rezar el rosario, hacer una visita al Santísimo Sacramento, leer un rato el Evangelio y un libro de espiritualidad, hacer oración mental, examinar la conciencia al final del día, rezar tres avemarias de rodillas y con los brazos en cruz antes de acostarse, etcétera.

Después, volvió a referirse al apostolado inmediato. En es­tos párrafos animó a dar a conocer el espíritu del Opus Dei a personas cercanas, tanto a amigos como a otros conocidos. Y les sugería escribir cartas con frecuencia y obtener permisos para estar un rato con él en Burgos.

Al final, se despidió paternalmente con una exhortación a la fidelidad a la misión recibida. En resumen, Escrivá se ofrecía en esta carta a atender espiritualmente a las personas del Opus Dei, y les impelía a rezar y a hacer apostolado entre sus amigos y compañeros.