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20 de agosto de 1938
Pedro Rodríguez, Camino, edición crítica
113* Le decías: «No te fíes de mí... Yo sí que me fío de ti, Jesús... Me abandono en tus brazos: allí dejo lo que tengo, ¡mis miserias!» -Y me parece buena oración.
Al día siguiente de predicar la meditación que da base al punto anterior, allí, en el Palacio Episcopal de Vitoria, el Autor anotaba en su Cuaderno:
«Vitoria, 20 de agosto de 1938. Me veo tan miserable que muchas veces asomo la cabeza al oratorio, para decirle a Jesús: «no te fíes de mí... yo, sí que me fío de ti, Jesús... Me abandono en tus brazos: allí dejo lo que tengo, ¡mis miserias!» Si no lo hiciera de este modo, ante la turbamulta de cosas que llevo dentro de mí, creo que me volvería loco. Abandonarme en Jesucristo, con todas mis miserias. Y lo que El quiera, en cada instante, fiat!».
Como en tantas otras ocasiones, utiliza el género «diálogo» para esconderse... Al terminar lo que sería este p/113 exclamó en su Cuaderno:
«Monstra te esse Matrem!».
El abandono en Dios de San Josemaría tenía siempre una dimensión mariana: abandono en los brazos de la Virgen Santísima.