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13 agosto 2024

Se esconde con don Álvaro

13 de agosto de 1936

John F. Coverdale, La Fundación del Opus Dei

Del Portillo permaneció en la casa de sus padres hasta el 13 de agosto. Aquel día los milicianos registraron un piso vecino, que pertenecía al hijo de un general. Después fueron a la casa de los del Portillo. Cuando entraron en su habitación, del Portillo comenzó a masticar un trozo de papel que contenía una lista de sus amigos con sus direcciones y teléfonos. Cuando un miliciano le preguntó qué masticaba, contestó con calma: “Un trozo de papel”. No le arrestaron, aunque sí a su hermano y al hijo del general. Este último fue juzgado por un tribunal popular y ejecutado ese mismo día. Puesto que con sus padres ya no tenía un lugar seguro, del Portillo buscó refugio en una casa de la calle Serrano, propiedad de unos amigos de su familia.

El mismo día en que Escrivá llegó a casa de González Barredo, del Portillo se acercó al organismo donde trabajaba antes del estallido de la guerra para intentar cobrar su paga. Lo consiguió y para celebrarlo, en el camino de vuelta, se paró en una terraza a tomar una cerveza, sin reparar en que las patrullas de milicianos registraban con frecuencia bares y restaurantes y detenían a quienes careciesen -como era su caso- del certificado de apoyo a la República, expedido por algún comité revolucionario local. Mientras disfrutaba de la cerveza en la terraza, llegó corriendo el padre de González Barredo y le dijo que tenía escondido a Escrivá, pero que se encontraba en peligro. Del Portillo se llevó a Escrivá a la casa donde estaba. Allí permanecieron con un hermano de del Portillo y Jiménez Vargas durante la segunda quincena de septiembre.

Escrivá, del Portillo y su hermano, y Jiménez Vargas intentaron hacer una vida lo más normal posible durante las semanas que pasaron en la casa de Serrano. Procuraron aprovechar bien el tiempo, ya que la santificación del trabajo y de las actividades ordinarias es esencial en el Opus Dei. No disponían de libros para estudiar, pero sí pudieron dedicarse a otras actividades y a lecturas afines a sus carreras. Escrivá solía predicarles meditaciones. También fijaron en su horario momentos para otras prácticas de piedad. Este modo de comportarse fue el habitual durante toda la guerra. Siempre que se reunía un grupo de miembros del Opus Dei se elaboraba un horario para facilitar el aprovechamiento del tiempo.