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22 junio 2024

Una prueba

22 de junio de 1933

Inédito, Algunas fechas de la vida de san Josemaría

Jueves, víspera de la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. San Josemaría está en la iglesia del Perpetuo Socorro en Madrid haciendo unos días de retiro que había comenzado el 19 de junio. Tiempo atrás (lo anotó el 15-II-1932 en sus Catalinas) un religioso claretiano -el P. Juan Postius- con el que venía confesándose desde que el P. Sánchez se había escondido por la persecución religiosa, le había anunciado una prueba de parte de Dios: "El P. Postius, con quien vengo confesándome desde que se escondió el P. Sánchez, al ponerse en vigor el decreto de disolución de la Compañía, me dijo que llegará tiempo en que la prueba consista en no sentir este sobrnatural impulso y amor por la Obra". En mayo de 1930 el Padre había escrito en sus Catalinas: "Ni una sola vez se me ocurre pensar que ando engañado, que Dios no quiere su Obra. Todo lo contrario". La tarde del jueves, pues, por breves instantes, el Señor le arrebató la luz clara del 2 de octubre de 1928, dejándole flotar entre los pensamientos adversos que saltaron a su mente. San Josemaría escribió: "fue cosa de segundos, pero ¡cómo se padece!". Y cuenta: "A solas, en una tribuna de esta iglesia del Perpetuo Socorro, trataba de hacer oración ante Jesús Sacramentado expuesto en la Custodia, cuando, por un instante y sin llegar a concretarse razón alguna -no las hay-, vino a mi consideración este pensamiento amarguísimo: ¿...y si todo es mentira, ilusión tuya, y pierdes el tiempo..., y -lo que es peor- lo haces perder a tantos?". Fue un instante de vacío sobrenatural, una suprema angustia que le llenó de amargura el alma. Ante esta duda, se encaró con Dios y le pidió: "Si la Obra no es para servirte, para servir a tu Iglesia, ¡destrúyela! ¡haz que se destruya inmediatamente!; si es, confírmame". Inmediatamente experimentó una inefable sensación de paz y de alegría, como confirmación de que la Obra es de Dios: Inmediatamente me sentí confirmado en la verdad sobre su Voluntad sobre su Obra". Y dejó escrito este hecho, según anota: "porque deseo que los primeros estén enterados de las pequeñeces divinísimas que han rodeado el nacimiento de esta nueva milicia de Cristo. Con ese conocimiento y con el que de mis miserias vayan adquiriendo, al tratarme, no podrán menos de amar la Obra y de exclamar: ¡verdaderamente esta Obra es... la Obra de Dios!". Esta misma prueba la vuelve a padecer en septiembre de 1941 en Segovia, en la Colegiata de la Granja de San Ildefonso. El Padre vuelve a hacer la misma petición a Dios, y la reacción sobrenatural es la misma.