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2 de abril de 1927
Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei
La familia Escrivá partió para Fonz y el joven sacerdote, para Fombuena, el sábado 2 de abril de 1927. Durante dos semanas cumplidas, hasta la Pascua de Resurrección, desempeñó la suplencia del párroco en aquella aldea de 250 almas, alejada de Zaragoza y a siete kilómetros de Badules, pueblo donde normalmente residía el párroco. La iglesia de Fombuena, lo mismo que la de Perdiguera, estaba dedicada a Nuestra Señora de la Asunción.
No se conserva relación alguna de las actividades pastorales de aquel cura llegado de Zaragoza. Es de suponer, sin embargo, que el celo sacerdotal desplegado en San Pedro Nolasco fuese suficiente para organizar, lo mismo que en Perdiguera, visitas a las familias del pueblecito, oficios litúrgicos, catequesis y largas horas de confesonario. Tampoco hay rastro de su estancia en los libros de Sacramentos de la parroquia. No se le puede echar la culpa de ello al nuevo párroco en funciones. Hay que suponer, sencillamente, que, durante esa breve temporada, ni las mujeres del pueblo dieron a luz niños que bautizar ni los feligreses tuvieron que llorar difuntos en aquella reducida grey.
De sus andanzas por Fombuena conocemos, no obstante, un detalle, a primera vista nimio: que el sacerdote siempre llevaba consigo, como reliquia de la familia, el crucifijo que tuvo su padre entre las manos cuando estaba amortajado.
El recuerdo de aquellos lejanos días de su ministerio en Perdiguera y Fombuena henchía de gozo el alma de Josemaría:
He estado dos veces en parroquias rurales. ¡Qué alegría, cuando me acuerdo! Me enviaron allí para fastidiarme, pero me hicieron un gran bien. También entonces algunos procuraban molestar. ¡Me hicieron un bien colosal, colosal, colosal! ¡Con qué ilusión recuerdo aquello!.
Conforme pasaron los años vio con mayor claridad el significado íntimo de aquellos nombramientos y cómo Dios permitía que le llevasen, de un sitio a otro, como a un borriquillo:
Yo he procurado cumplir siempre la Voluntad de Dios. Me han llevado de un sitio para otro, como se lleva a un burro tirando del ronzal, y muchas veces a palos.
El lunes de Pascua, 18 de abril, regresó a Zaragoza. Esa noche durmió en el Hotel Barrio, cuya factura guardó cuidadosamente, como mojón histórico del camino que emprendía hacia la Corte.