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6 de febrero de 1967
Pilar Urbano, El Hombre de Villa Tévere
Desde que era un joven sacerdote veinteañero, ha pedido a Dios que le diera ochenta años de prudencia y gravedad, para mejor cumplir su difícil misión. Sintiéndose, a lo humano, inexperto e inmaduro para ser "otro Cristo", deseaba, siquiera en su porte exterior, la serenidad y el aplomo que sólo se adquieren con la senectud. Ya en sus Apuntes íntimos de 1931 -teniendo sólo 29 años- escribía con estupenda confianza: "Jesús, haz que viva nuestra Misa: que celebre el Santo Sacrificio con la pausa, gravedad y compostura de un sacerdote anciano: aunque llegue la noche obscura, que no me falte la luz cuando soy otro Cristo".
Después, transcurrido el tiempo, bromeará con los suyos, sacando "la verdadera cuenta de la edad del Padre". En una ocasión, el 6 de febrero de 1967, está con un grupo de mujeres de la Obra. Les dice: "soy mucho más viejo de lo que os imagináis". Y, viendo sus caras de perplejidad, sonríe como ante un desafío que tuviera ganado de antemano:
- ¿Hacemos la cuenta? A ver: un bolígrafo y papel... ¿Tenéis un papel?
Mary ofrece su agenda de bolsillo. Escrivá hace una anotación rápida, mientras va comentando:
- ...Ochenta años, !cómo se lo he pedido al Señor!... Sesenta y cinco por fuera... Dos mil, más o menos -cuando son grandes cifras no importa- como alter Christus, porque todos somos otros Cristos. Todos podemos y debemos ser santos... Todos.
En la hoja de agenda ha quedado escrito esto:
x dentro -80
x fuera -65
alter Xtus -2.000
Totale -2.145
6-2-67