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8 enero 2024

Persecución

8 de enero de 1933

Peter Berglar, Opus Dei: vida y obra del Fundador Josemaría Escrivá de Balaguer

Comentaba Juan Jiménez Vargas: «En aquellos críticos comienzos de los años 30, por la fuerte presión que coaccionaba a los católicos, empujándoles a una determinada actuación política con la pretensión de formar un partido católico único, muchos, fanáticamente, habían llegado a creerse que seguir esa línea política era una obligación de conciencia, lo que había desatado toda una campaña en contra, y así los católicos quedaban divididos. Es fácil imaginar el impacto que hacía entre los de la Modelo -activistas de pocos años que se resistían a aquella imposición- la actitud de don Josemaría, que, sin hacer política y hablando de amor a la Iglesia y fidelidad al Magisterio, daba una diáfana visión de la libertad política de los católicos».

Es interesante a este respecto el comentario del profesor Jiménez Vargas: «En la explicación que el Fundador del Opus Dei daba sobre la santificación del trabajo ordinario dirigida a estudiantes universitarios, trascendía la inspiración sobrenatural. Pero además se veía que era un hombre conocedor de la universidad como cosa vivida. En el ambiente universitario de aquellos años había grupos reducidos, que se sentían como los únicos "intelectuales", para los que lo religioso carecía de valor. Para éstos la ciencia y la investigación instrumentalizadas no eran más que un medio de tener prestigio y poder, y por eso con éstos jugaban las fuerzas políticas. Otros grupitos se caracterizaban por sus alardes de catolicismo y se les podría llamar "católicos oficiales". Se sentían obligados a aspirar a ocupar cargos, a asaltar puestos, a encaramarse en las cátedras como un servicio a la Iglesia. No era raro que algunos se dejaran arrastrar por esta corriente como un medio de medrar. Cualquier estudiante mínimamente conocedor de estas tendencias, cuando escuchaba al Fundador del Opus Dei, descubría un panorama inesperado porque su enfoque de la actividad profesional de los universitarios era radicalmente distinto como se veía con toda evidencia cuando lo situaba dentro de la santificación del trabajo ordinario. Baste recordar que cuando lo exponía hablaba siempre de los primeros cristianos, con lo cual el estudio y el trabajo quedaban centrados con todo su valor humano en la vida de un cristiano corriente».

Así recuerda Jiménez Vargas la génesis de aquella conversación: «Los detenidos políticos recibían a diario muchas visitas, que abarrotaban el locutorio, y para don Josemaría eran también un atractivo de apostolado, aunque por el barullo resultara difícil llegar a conversaciones personales. También yo acudía todas las mañanas a la cárcel, a visitar a mis amigos. Don Josemaría, que se interesaba por todos aquellos que más o menos indirectamente conocía, trató de localizarme sin conseguirlo, y me mandó un expeditivo aviso, pero yo fui dando largas, y así aguanté, dejando pasar un mes tras otro. Por fin, a principios de 1933, el 8 de enero, tuve que escuchar una extensa explicación».