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20 de enero de 1938
Pedro Rodríguez, Camino, edición crítica
531* «¡Tratádmelo bien, tratádmelo bien!», decía, entre lágrimas, un anciano Prelado a los nuevos Sacerdotes que acababa de ordenar.
-¡Señor!: ¡Quién me diera voces y autoridad para clamar de este modo al oído y al corazón de muchos cristianos, de muchos!
Texto escrito sobre una octavilla Bl. Posiblemente partiendo de este apunte de una de las meditaciones a sacerdotes de 1938:
«¡Tratádmelo bien! ¡Que es hijo de buena Madre!».
El Autor explicó muchas veces que este Prelado era don Manuel González, beatificado por Juan Pablo II en Roma, abril de 2001. El Beato Josemaría lo trataba con la actitud filial que siempre tenía ante los Obispos, pero además lo veneraba por su vida santa y muy especialmente por su intensa devoción a la Sagrada Eucaristía. De él y de sus escritos utilizaba en su predicación anécdotas y expresiones. El Beato Josemaría visitó frecuentemente a don Manuel durante las estancias de éste en Madrid a partir de 1931, en que fue expulsado de Málaga al instaurarse la República.
No he podido situar la fuente del Autor a la hora de escribir este punto -¿uno de los ordenandos?-, ni la fecha de aquella ordenación. En Palencia no hubo ordenaciones durante los años 1938 y 1939 (a las que hubiera podido asistir el Autor).
Por otra parte, desde el Archivo en el que se custodian los papeles y documentos del Beato Manuel González dicen: «No hemos encontrado en ningún sitio que esas palabras: 'tratádmelo bien...' las dijera a sacerdotes; sí nos consta con toda seguridad que las dijo a las primeras hermanas de nuestra Congregación cuando les dejó a Jesús Sacramentado por primera vez en el Sagrario de la comunidad». Esa primera comunidad era la de la Casa de Nazaret de Málaga y el día, el 20 de enero de 1924. En la biografía de don Manuel antes citada se describe así la escena: «Y cuando después de haber cerrado el Sagrario, ya lleno con la presencia real del Maestro divino de Nazaret, se despedía el Fundador de sus hijas, recordando la frase del Beato Ávila, les repetía: '¡Que me lo tratéis bien, que es Hijo de buena Madre!'».
Como se ve, el Obispo tiene en la mente una anécdota de San Juan de Ávila, en la que la frase se dirige a un sacerdote. Es, pues, muy coherente que la dijera el santo Obispo también con ocasión de las ordenaciones sacerdotales.
Mi impresión es que la anécdota del Beato Manuel González que se narra en este punto la conocía el Autor ya en los primeros años treinta, contada por tercera persona.