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17 de enero de 1933
Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei
Conocía bien don Josemaría las barriadas entre Tetuán de las Victorias y el Hospital del Rey. Grupos de
chabolas, repartidas entre las casuchas miserables, formaban "La Ventilla" o "Barriada de los Pinos". En
1927 las Misioneras de la Doctrina Cristiana construyeron en Los Pinos el Colegio Divino Redentor para los
chiquillos de aquellas pobres gentes. El colegio estaba en una vaguada; si llovía, bajaban por allí en
torrentera las aguas de los alrededores.
«Una mañana, que recuerdo muy bien —cuenta la hermana San Pablo— porque había caído una nevada
muy fuerte y estaba todo cubierto de blanco, vimos desde la sala de recreo de la Comunidad, que estaba en el
piso alto, acercarse al Colegio dos sacerdotes vestidos con sotana y manteo. Era temprano pues todavía se
veía todo blanco y limpio; después se convertía todo en un barrizal. Era D. Josemaría —acompañado por
otro sacerdote llamado D. Lino—, que venía a pedir que le dejáramos organizar una catequesis en el
Colegio». El martes 17 de enero fue el día de la visita a que se refiere la monja, como se lee en los Apuntes:
Día 19 de enero de 1933 [...] Estuve el domingo último en Pinos Altos o Los Pinos, donde hay un
colegio de religiosas, en el que tendremos desde el próximo 22 nuestra catequesis. El martes, a pesar de
la gran nevada, fuimos Lino y yo a ver el local y a saludar a las monjitas, que tienen muy buen
espíritu, y al Capellán. Se pasmaron de vernos llegar entre la nieve: con tan poca cosa, nos hemos
ganado al Señor .
El grupo de los seguidores de don Josemaría estaba por entonces muy mermado. Unos se habían ido de
Madrid. Otros sufrieron enfermedades y tribulaciones; y otros se cansaron de seguirle porque tenían un
querer sin querer. En tales circunstancias resultó providencial la aparición de un estudiante de Medicina
llamado Juan Jiménez Vargas. Un par de veces habló con él don Josemaría. En la segunda entrevista, el 4 de
enero de 1933, expuso al estudiante el panorama sobrenatural de la Obra. Detrás de esta vocación vinieron
unos cuantos amigos. Los amigos de Juan eran gente con ardor patriótico, asidua a los actos de propaganda
política, los cuales solían celebrarse los domingos, que era precisamente el día de la catequesis. Algo debió
calmar por dentro a esos trepidantes activistas, como para decidir que no hacían tanta falta en los mítines
como en la catequesis. La primera visita a la barriada de Los Pinos se fijó para el domingo, 22 de enero.
Entretanto ya había comenzado don Josemaría a trabajar las almas de aquel grupo de estudiantes. El
sábado 21 de enero, se presentó Juan con dos amigos para que don Josemaría les diera una clase de
formación religiosa. La reunión tuvo lugar en el asilo de Porta Caeli, en una sala que les habían cedido las
monjas:
El sábado pasado, con tres muchachos y en Porta Caeli di comienzo, g.a.D., a la obra patrocinada
por S. Rafael y S. Juan. Hice después de la charla, exposición menor, y les di la bendición con el Señor.
Nos reuniremos los miércoles.
A Juan le impresionaron la fe y devoción que trascendían de los gestos y oraciones litúrgicas, «sobre todo,
la manera de tener la custodia en sus manos y dar la Bendición». Años más tarde explicaría el sacerdote por
dónde andaba su pensamiento al dar aquella bendición con el Santísimo:
Al terminar la clase, fui a la capilla con aquellos muchachos, tomé al Señor sacramentado en la
custodia, lo alcé, bendije a aquellos tres..., y yo veía trescientos, trescientos mil, treinta millones, tres
mil millones..., blancos, negros, amarillos, de todos los colores, de todas las combinaciones que el amor
humano puede hacer. Y me he quedado corto, porque es una realidad a la vuelta de casi medio siglo.
Me he quedado corto, porque el Señor ha sido mucho más generoso. (cf. El 21 de enero en que sucedió
este hecho).