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Etimológicamente significa “del país de las Sabinas”. Viene de la lengua latina.
Muchas veces, en el lenguaje de los medios de comunicación, la palabra amor tiene un sentido claramente inclinado hacia el sexo. Y según la experiencia de cristianos verdaderos, hay algo mucho más: la felicidad y perdón. Quien ama felicita y perdona.
Este joven mártir es de época incierta. Al leer su “Pasión” o teatro para darlo a conocer, se habla que el emperador ordenó a Venustiano que se presentara ante el tribunal Sabino, que era obispo de Asís.
¿Por qué y con qué derecho dices al pueblo que deje nuestros dioses para adorar a un hombre muerto?
Sepa, contestó Sabino, que Cristo, después de morir, resucitó al tercer día.
Puedes elegir entre adorar a nuestros dioses o morir. Y a ver si resucitas como Cristo, tu maestro.
Venustiano ordenó que le fueran cortando las manos y lo llevaran así a la cárcel.
En ella le devolvió la vista a un ciego. El propio gobernador fue a ver si era verdad.
Y no solamente le curó la vista, sino también el alma en cuanto que el curado le pidió que lo bautizara porque quería ser cristiano.
Y no solamente a él sino también a su mujer e hijos. Una vez que llegó a Roma la noticia de que se habían convertido, cambió al gobernador y le encargó que acabase con el obispo y con el gobernador.
Todo esto es fruto de la “Pasión”, escrita en el siglo V ó VI. Pero lo claro es que san Sabino es un mártir auténtico, aunque sepamos poco de su vida.
Fuente: Catholic.net. Autor: P. Felipe Santos