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22 abril 2024

Santa María Egipcíaca (s. V)

Una hermosa tradición muy antigua cuenta que en el siglo V un santo sacerdote llamado Zózimo después
de haber pasado muchos años de monje en un convento de Palestina dispuso irse a terminar sus días en el
desierto de Judá, junto al río Jordán. Y que un día vio por allí una figura humana, que más parecía un
esqueleto que una persona robusta. Se le acercó y le preguntó si era un monje y recibió esta respuesta: "Yo
soy una mujer que he venido al desierto a hacer penitencia de mis pecados".

Segun la tradición aquella mujer le narró la siguiente historia: Su nombre era María. Era de Egipto. Desde
los 12 años llevada por sus pasiones sensuales y su exagerado amor a la libertad se fugó de la casa. Cometió
toda clase de impurezas y hasta se dedicó a corromper a otras personas. Después se unió a un grupo de
peregrinos que de Egipto iban al Santo Sepulcro de Jerusalén. Pero ella no iba a rezar sino a divertirse y a
pasear.

Y sucedió que al llegar al Santo Sepulcro, mientras los demás entraban fervorosos a rezar, ella sintió allí
en la puerta del templo que una mano la detenía con gran fuerza y la echaba a un lado. Y esto le sucedió por
tres veces, cada vez que ella trataba de entrar al santo templo. Y una voz le dijo: "Tú no eres digna de entrar
en este sitio sagrado, porque vives esclavizada al pecado". Ella se puso a llorar, pero de pronto levantó los
ojos y vio allí cerca de la entrada una imagen de la Sma. Virgen que parecía mirarla con gran cariño y
compasión. Entonces la pecadora se arrodilló llorando y le dijo: "Madre, si me es permitido entrar al templo
santo, yo te prometo que dejaré esta vida de pecado y me dedicaré a una vida de oración y penitencia. Y le
pareció que la Virgen Santísima le aceptaba su propuesta. Trató de entrar de nuevo al templo y esta vez sí le
fue permitido. Allí lloró largamente y pidió por muchas horas el perdón de sus pecados. Estando en oración
le pareció que una voz le decía: "En el desierto más allá del Jordán encontrarás tu paz".

María egipciaca se fue al desierto y allí estuvo por 40 años rezando, meditando y haciendo penitencia. Se
alimentaba de dátiles, de raíces, de langostas y a veces bajaba a tomar agua al río. En el verano el terrible
calor la hacía sufrir muchísimo y la sed la atormentaba. En invierno el frío era su martirio. Durante 17 años
vivió atormentada por la tentación de volver otra vez a Egipto a dedicarse a su vida anterior de sensualidad,
pero un amor grande a la Sma. Virgen le obtenía fortaleza para resistir a las tentaciones. Y Dios le revelaba
muchas verdades sobrenaturales cuando ella estaba dedicada a la oración y a la meditación.

La penitencia le hizo prometer al santo anciano que no contaría nada de esta historia mientras ella no
hubiera muerto. Y le pidió que le trajera la Sagrada Comunión. Era Jueves Santo y San Zózimo le llevó la
Sagrada Eucaristía. Quedaron de encontrarse el Día de Pascua, pero cuando el santo volvió la encontró
muerta, sobre la arena, con esta inscripción en un pergamino: "Padre Zózimo, he pasado a la eternidad el
Viernes Santo día de la muerte del Señor, contenta de haber recibido su santo cuerpo en la Eucaristía.
Ruegue por esta pobre pecadora, y devuélvale a la tierra este cuerpo que es polvo y en polvo tiene que
convertirse".

El monje no tenía herramientas para hacer la sepultura, pero entonces llegó un león y con sus garras abrió
una sepultura en la arena y se fue. Zózimo al volver de allí narró a otros monjes la emocionante historia, y
pronto junto a aquella tumba empezaron a obrarse milagros y prodigios y la fama de la santa penitente se
extendió por muchos países.

San Alfonso de Ligorio y muchos otros predicadores narraron muchas veces y dejaron escrita en sus libros
la historia de María Egipciaca, como un ejemplo de lo que obra en un alma pecadora, la intercesión de la
Sma. Madre del Salvador, la cual se digne también interceder por nosotros pecadores para que abandonemos
nuestra vida de maldad y empecemos ya desde ahora una vida de penitencia y santidad.

http://www.ewtn.com/spanish/saints/Maria_egipciaca_4_22.htm