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Bautizó a Teodón, duque de Baviera, con una gran parte de su pueblo y fundó la sede episcopal de
Salzburgo, 718.
Obispo de Salzburgo, la hermosa ciudad austríaca, cuya fama está unida a la de su hijo más ilustre,
Wolfgang Amadeus Mozart, se llama así porque cerca se encuentran unas minas de sal. De ahí viene el
nombre de Salzburgo, que significa “ciudad de la sal”.
Su primer obispo y patrono principal, san Ruperto, aparece en los cuadros con un salero en la mano (o con
un barril, lleno precisamente de sal y no de vino, como creen algunos estudiosos no bien informados). Es el
único santo local festejado, no sólo en las regiones de idioma alemán, sino también en Irlanda: en realidad,
también él fue un típico representante de los “monjes irlandeses” itinerantes.
San Ruperto descendía de los robertinos o rupertinos, una importante familia que dominaba con el título
de conde en la región del medio y alto Rin. De esta familia nació también otro san Ruperto (o Roberto), de
Bingen, cuya vida fue escrita por santa Ildegarda. Los robertinos estaban emparentados con los carolingios y
tenían su centro de actividades en Worms. Aquí recibió san Ruperto su formación de timbre monástico
irlandés. Hacia el 700, como sus maestros, se sintió llevado a la predicación y al testimonio monástico
itinerante y por eso viajó a Baviera, obteniendo buenos resultados en Regensburg y en Lorch. Con la ayuda
de Teodoro de Baviera fundó, cerca de Salzburgo, en lo que hoy es Seekirchen, una iglesia dedicada a san
Pedro. Pero el lugar no parecía apropiado para los proyectos de san Ruperto, y entonces pidió al conde otro
territorio, a orillas del río Salzach, cerca de la antigua y decadente ciudad romana de Juvavum.
El monasterio que construyó allí, dedicado también a san Pedro, es el más antiguo de Austria y el núcleo
de la nueva Salzburgo. Su desarrollo se debió a la obra de los doce colaboradores que san Ruperto llevó allí
de su tierra natal: entre ellos Cunialdo y Gislero, venerados como santos. No lejos del monasterio de san
Pedro, surgió también un monasterio femenino, cuya dirección fue confiada a la abadesa Erentrude, sobrina
de Ruperto.
Este grupito de valientes fue el que hizo surgir la nueva Salzburgo, que con razón considera a Ruperto
como su refundador: “Su figura demuestra cómo una personalidad llena de fuerza y de sensibilidad,
ahondando las raíces en las profundidades del espíritu cristiano, puede impedir con inteligencia y sin límites
geográficos cualquier decadencia tanto interior como exterior” (J. Henning). San Ruperto murió el 27 de
marzo del 718, día de Pascua. Sus reliquias se conservan en la magnífica catedral de Salzburgo, edificada en
el siglo XVII.