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23 marzo 2024

SAN JOSÉ ORIOL, 1650-1702

Nació en Barcelona, España, y quedó huérfano de padre siendo todavía muy pequeño. Jovencito fue
admitido como monaguillo y cantor en una iglesia, y viendo los sacerdotes su gran piedad y devoción se
propusieron costearle los estudios de seminario. Pasaba muchas horas rezando ante el Santísimo Sacramento
en el templo.

Ordenado sacerdote, y habiendo recibido en la universidad el grado de doctor, se dedicó a la educación de
la juventud. Era sumamente estimado por las gentes y muy alabado por su gran virtud y por sus modos tan
amables que tenía en el trato con todos, pero Dios le dejó ver el estado de su alma y desde ese día ya no tuvo
José ningún sentimiento de vanidad ni de orgullo. Se dio cuenta de que lo que ante los ojos de la gente brilla
como santidad, ante los ojos de Dios no es sino miseria y debilidad. Desde el día en que Dios le permitió ver
el estado de su alma, José Oriol se propuso nunca más volver a comer carne en su vida y ayunar todos los
días.

A San José Oriol le concedió Dios el don de la dirección espiritual. Las gentes que iban a consultarlo
volvían a sus casas y a sus oficios con el alma en paz y el espíritu lleno de confianza y alegría. A las
personas que dirigía les insistía en que su santidad no fuera sólo superficial y externa, sino sobre todo
interior y sobrenatural.

El santo nunca se atribuía a él mismo ninguno de los prodigios que obraba. Decía que todo se debía a que
sus penitentes se confesaban con mucho arrepentimiento y que por eso Dios los curaba. En sus últimos años
obtuvo de Dios el don de profecía y anunciaba muchas cosas que iban a suceder en el futuro. Y hasta
anunció cuando iba a suceder su propia muerte. En un día del mes de marzo del año 1702, mientras cantaba
en su lecho de enfermo un himno a la Virgen María, murió santamente. Tenía apenas 53 años.