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Fuente ewtn.com
Nació alrededor del año 387, en Escocia, en Bennhaven Taberniae (pueblecito que hoy no se encuentra en
los mapas). Murió en Irlanda alrededor del 461. No se conoce con exactitud los datos cronológicos del
Apóstol de Irlanda.
Por lo que el santo dice de si mismo, se supone que era de origen romano-bretón. Su padre Calpurnio era
diácono y oficial del ejército romano; su madre era familia de San Martín de Tours; su abuelo había sido
sacerdote ya que en aquellos tiempos no se había impuesto aún la ley del celibato sacerdotal en todo
Occidente.
Se afirma que fue alrededor del año 403, a la edad de 16 años, que cayó prisionero de piratas junto con
otros jóvenes para ser vendido como esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho. Lo sirvió
cuidando ovejas. Trató de huir varias veces sin éxito.
La Divina Providencia aprovechó este tiempo de esclavitud, de rudo trabajo y sufrimiento, para
espiritualizarlo, preparándolo para el futuro, ya que el mismo dijo que hasta entonces "aún no conocía al
verdadero Dios", queriendo decir que había vivido indiferente a los consejos y advertencias de la Iglesia.
Se cree que el lugar de su cautiverio fue en las costas de Mayo, al borde del bosque de Fochlad (o Foclut).
De ser así, el monte de Crochan Aigli, que fue escenario del famoso ayuno de San Patricio, también fue el
lugar donde vivió los tristes años de su juventud.
Lo más importante es que para entonces, como el lo dice: "oraba de continuo durante las horas del día y
fue así como el amor de Dios y el temor ante su grandeza, crecieron mas dentro de mí, al tiempo que se
afirmaba mi fe y mi espíritu se conmovía y se inquietaba, de suerte que me sentía impulsado a hacer hasta
cien oraciones en el día y, por la noche otras tantas. Con este fin, permanecía solo en los bosques y en las
montañas. Y si acaso me quedaba dormido, desde antes de que despuntara el alba me despertaba para orar,
en tiempos de neviscas y de heladas, de niebla y de lluvias. Por entonces estaba contento, porque lejos de
sentir en mi la tibieza que ahora suele embargarme, el espíritu hervía en mi interior".
Después de seis años en tierra de Irlanda y de haber rezado mucho a Dios para que le iluminara sobre su
futuro, una noche soñó que una voz le mandaba salir huyendo y llegar hasta el mar, donde un barco lo iba a
recibir. Huyendo, caminó más de 300 kilómetros para llegar a la costa. Encontró el barco, pero el capitán se
negaba rotundamente a transportarlo. Sus reiteradas peticiones para que le dejasen viajar gratis fueron
siempre rechazadas, hasta que al fin, después de mucho orar con fervor, el capitán accedió a llevarlo hasta
Francia. La travesía fue aventurada y peligrosa. Después de tres días de tormenta en el mar, tocaron tierra en
un lugar deshabitado de la costa, caminaron un mes sin encontrar a nadie y hasta las provisiones se agotaron.
Patricio narra esa aventura diciendo:
"llegó el día en que el capitán de la nave, angustiado por nuestra situación, me instaba a pedir el auxilio
del cielo. '¿Cómo es que nos sucede esto, cristiano? Dijiste que tu Dios era grande y todopoderoso, ¿por qué
entonces no le diriges una plegaria por nosotros, que estamos amenazados de morir por hambre? Tal vez no
volvamos a ver a un ser humano…' A aquellas súplicas yo respondí francamente: 'Poned toda vuestra
confianza y volved vuestros corazones al Señor mi Dios, para quien nada es imposible, a fin de que en este
día os envíe vuestro alimento en abundancia y también para los siguientes del viaje, hasta que estéis
satisfechos puesto que El tiene de sobra en todas partes'. Fue entonces cuando vimos cruzar por el camino
una piara de cerdos; mis compañeros los persiguieron y mataron a muchos. Ahí nos quedamos dos noches y,
cuando todos estuvieron bien satisfechos y hasta los perros que aún sobrevivían, quedaron hartos,
reanudamos la caminata. Después de aquella comilona todos mostraban su agradecimiento a Dios y yo me
convertí en un ser muy honorable a sus ojos. Desde aquel día tuvimos alimento en abundancia. “Finalmente
llegaron a lugar habitado y así Patricio quedó a salvo a la edad de veintidós o veintitrés años y volvió a su
casa. Con el tiempo, durante las vigilias de Patricio en los campos, se reanudaron las visiones y, a menudo,
oía "las voces de los que moran más allá del bosque Foclut, más allá del mar del oeste y así gritaban todas al
mismo tiempo, como si salieran de una sola boca, estas palabras: 'Clamamos a ti, oh joven lleno de virtudes,
para que vengas entre nosotros nuevamente' ". "Eternas gracias deben dársele a Dios, agrega, porque al cabo
de algunos años el Señor les concedió aquello por lo que clamaban".
No hay ninguna certeza respecto al orden de los acontecimientos que se produjeron desde entonces.
Los primeros biógrafos del santo dicen que Patricio pasó varios años en Francia antes de realizar su
trabajo de evangelización en Irlanda. Existen pruebas firmes de que pasó unos tres años en la isla de Lérins,
frente a Canes, y después se radicó en Auxerre durante quince años más. También hay sólidas evidencias de
que tenía buenas relaciones personales con el obispo San Germán de Auxerre. Durante este tiempo le
ordenaron sacerdote.
Algunos historiadores sostienen, que en esa época hizo un viaje a Roma y que, el Papa Celestino I fue
quien le envió a Irlanda con una misión especial, ya que su primer enviado Paladio nunca logró cumplir
porque a los doce meses de haber partido murió en el norte de Britania. Para realizar esa misión
encomendada por el Pontífice, San Germán de Auxerre consagró obispo a Patricio.
Puesto que dependemos de datos confusos, legendarios y muchas veces contradictorios, de sus primeros
biógrafos, es materialmente imposible obtener detalles del heroico trabajo en las tierras donde había estado
cautivo. La tradición afirma que trabajó en el norte, en la región de Slemish, que dicen fue la misma donde
Patricio cuidaba el ganado y oraba a Dios cuando era un joven esclavo. Una anécdota que antiguamente la
tenían por auténtica en Irlanda relata que cuando el amo se enteró del regreso de Patricio convertido en
venerado predicador, se puso tan furioso que prendió fuego a su propia casa, pereciendo en medio de las
llamas.
Se afirma que, a su arribo a tierras irlandesas, San Patricio permaneció una temporada en Ulster, donde
fundó el monasterio de Saúl y que con la energía que lo caracterizaba se propuso la tarea de conquistar el
favor del "Gran Rey" Laoghaire, que vivía con su corte en Tara, de la región de Meath.
Utilizaba un lenguaje sencillo al evangelizar. Por ejemplo, para explicarles acerca de la Santísima
Trinidad, les presentaba la hoja del trébol, diciéndoles que así como esas tres hojitas forman una sola
verdadera hoja, así las tres personas divinas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, forman un solo Dios verdadero.
Todos lo escuchaban con gusto, porque el pueblo lo que deseaba era entender.
San Patricio y sus enemigos
Sus acérrimos opositores fueron los druidas, representantes de los dioses paganos. También sufrió mucho a
manos de los herejes pelagianos, que para arruinar su obra recurrieron inclusive a la calumnia. Para
defenderse, Patricio escribió su Confessio. Por fortuna poseemos una colección bastante nutrida de esos
escritos, que nos muestra algo de el mismo, como sentía y actuaba.
Circulaba entre los paganos un extraño vaticinio, una profecía, respecto al santo, que Muirchu, su
historiador nos transmite textualmente así: "Cabeza de azuela (referencia a la forma aplanada de la cabeza
tonsurada) vendrá con sus seguidores de cabezas chatas, y su casa (casulla o casuela, es decir casa pequeña)
tendrá un agujero para que saque su cabeza. Desde su mesa clamará contra la impiedad hacia el oriente de su
casa. Y todos sus familiares responderán, Amén, Amén". Los augurios agregaban esto todavía: "Por lo tanto,
cuando sucedan todas estas cosas, nuestro reino, que es un reinado de idolatría, se derrumbará".
En la evangelización, San Patricio puso mucha atención en la conversión de los jefes, aunque parece ser
que el mismo rey Laoghaire no se convirtió al cristianismo, pero si, varios miembros de su familia.
Consiguió el amparo de muchos jefes poderosos, en medio de muchas dificultades y constantes peligros,
incluso el riesgo de perder la vida (más de cinco veces) en su trato con aquellos bárbaros. Pero se notaba que
había una intervención milagrosa de Dios que lo libraba de la muerte todas las veces que los enemigos de la
religión trataban de matarlo. En un incidente que ocurrió en misión, su cochero Odhran, quizás por algún
presentimiento, insistió en reemplazar al santo en el manejo de los caballos que tiraban del coche, por
consiguiente fue Odhram quien recibió el golpe mortal de una lanza que estaba destinada a quitarle la vida a
San Patricio.
No obstante los contratiempos, el trabajo de la evangelización de Irlanda, siguió firme. En varios sitios de
Irlanda, construyó abadías, que después llegaron a ser famosas y alrededor de ellas nacieron las futuras
ciudades. En Leitrim, al norte de Tara, derribó al ídolo de Crom Cruach y fue uno de los lugares donde
edificó una de las iglesias cristianas. En la región de Connaught, realizó cosas notables. En la población de
Tirechan se conservó para la posteridad la historia de la conversión de Ethne y Fedelm, hijas del rey
Laoghaire. También existen las narraciones de las heroicas predicaciones de San Patricio en Ulster, en
Leinster y en Munster.
Por su santidad, manifiesta en su carácter su lenguaje sencillo al evangelizar y por el don de hacer
milagros, San Patricio logró muchas victorias sobre sus oponentes paganos y hechiceros. Ese triunfo le sirvió
para que los pobladores de Irlanda se abrieran a la predicación del cristianismo. De hecho hacen referencias
en los textos del Senchus Mor (el antiguo código de las leyes irlandesas) a cierto acuerdo concertado en Tara
entre los paganos y el santo y su discípulo San Benigno (Benen). Dicen esos libros que "Patricio convocó a
los hombres del Erin para que se reunieran todos en un sitio a fin de conferenciar con él. Cuando estuvieron
reunidos, se les predicó el Evangelio de Cristo para que todos lo escucharan. Y sucedió que, en cuanto los
hombres del Erin escucharon el Evangelio y conocieron como este daba frutos en el gran poder de Patricio
demostrado desde su arribo y al ver al rey Laoghaire y a sus druidas asombrados por las grandes maravillas y
los milagros que obraba, todos se inclinaron para mostrar su obediencia a la voluntad de Dios y a Patricio".
Hay muchas fantasías sobre las confrontaciones de San Patricio con los magos druidas pero también hay
relatos que tienen un trasfondo sin duda histórico. Dicen que un Sábado Santo, cuando nuestro santo
encendió el fuego pascual, se lanzaron con toda su furia a apagarlo, pero por más que trataron no lo lograron.
Entonces uno de ellos exclamó: "El fuego de la religión que Patricio ha encendido, se extenderá por toda la
isla". Y se alejaron. La frase del mago se ha cumplido; la religión católica se extendió de tal manera por toda
Irlanda, que hoy sigue siendo un país católico, iluminado por la luz de la religión de Cristo, y que a su vez a
dado muchos misioneros a la Iglesia.
El Sínodo
Hay muchas y buenas razones para creer que San Patricio convocó a un sínodo, seguramente en Armagh, no
se mencionó el sitio. Muchos de los decretos emitidos en aquella asamblea, han llegado hasta nosotros tal
como fueron redactados, aunque no cabe dudas que a varios de ellos se le hicieron añadiduras y enmiendas.
En esa época San Patricio era ya un anciano con la salud quebrantada por el desgaste físico de sus
austeridades y de sus treinta años de viajes de evangelización. Probablemente el sínodo haya tenido lugar
cuando los días del santo ya estaban contados
Vida de Santidad
Solo llegaremos a comprender el hondo sentimiento humano que tenía el santo y el profundo amor a Dios
que lo animaba, si estudiamos detenidamente sus escritos contenidos en las "Confesiones", la Lorica y la
carta a Coroticus de San Patricio. Conoceremos el secreto de la extraordinaria impresión que causaba a los
que lo conocían personalmente. Patricio era un hombre muy sencillo, con un gran espíritu de humildad.
Decía que su trabajo misionero era la simple actuación de un mandamiento divino y que su aversión contra
los pelagianos se debía al absoluto valor teológico que él atribuía a la gracia. Era profundamente afectuoso,
por lo que vemos en sus escritos referirse tantas veces al inmenso dolor que le produjo separarse de su
familia de sangre y de su casa, a la que le unía un gran cariño. Era muy sensible, le hacía sufrir mucho que
digan que trabajaba en la misión que había emprendido para buscar provecho propio, por eso insistía tanto en
el desinterés que lo animaban a seguir trabajando.
De sus Confesiones: "Incontables dones me fueron concedidos con el llanto y con las lágrimas. Contrarié
a mis gentes y también, contra mi voluntad, a no pocos de mis mayores; pero como Dios era mi guía, yo no
consentí en ceder ante ellos de ninguna manera. No fue por mérito propio, sino porque Dios me había
conquistado y reinaba en mí. Fue El quien se resistió a los ruegos de los que me amaban, de suerte que me
aparté de ellos para morar entre los paganos de Irlanda, a fin de predicarles el Evangelio y soportar una
cantidad grande de insultos por parte de los incrédulos, que me hacían continuos reproches y que aun
desataban persecuciones contra mí, en tanto que yo sacrificaba mi libertad en su provecho. Pero si acaso se
me considera digno, estoy pronto a dar hasta mi vida en nombre de Dios, sin vacilaciones y con gozo. Es mi
vida la que me propongo pasar aquí hasta que se extinga, si el Señor me concede esa gracia".
La santidad da frutos
El buen éxito de la misión de San Patricio se debe ante todo a su fe por la que se disponía a cualquier
sacrificio y a la inteligente organización que supo crear en esa isla, carente de ciudades y dividida en muchas
tribus o clanes, dirigidos por un jefe independiente cada una. El supo adaptarse a las condiciones sociales del
lugar, formando un clero local, consagró obispos y sacerdotes y fundo monasterios y pequeñas comunidades
cristianas dentro del mismo clan, sin rechazar usos ni costumbres tradicionales. Tuvo la feliz idea de que el
obispo de cada región fuera al mismo tiempo el Abad o superior del monasterio más importante del lugar, así
cada obispo era un fervoroso religioso y tenía la ayuda de sus monjes para enseñar la religión al pueblo. Las
vocaciones que consiguió para el sacerdocio y la vida religiosa fueron muchísimas.
La obra de evangelización pudo progresar rápidamente gracias también a que San Patricio atrajo muchos
discípulos fieles, como Benigno quién estaba destinado a sucederle. Siempre fue muy fiel a la Iglesia y, a
pesar de la distancia, el santo se mantenía en contacto con Roma. En el año 444 se fundó la iglesia catedral
de Armagh (hoy Armoc), la sede principal de Irlanda, dato que está asentado en los "Anales de Ulster". Es
probable que no haya pasado mucho tiempo antes que Armagh se convirtiera en un gran centro de educación
y administración.
San Patricio, en el transcurso de 30 años de apostolado, convirtió al cristianismo a "toda Irlanda". El
propio santo alude, más de una vez, a las "multitudes", a los "muchos miles" que bautizó y confirmó. "Ahí",
dice San Patricio, "donde jamás se había tenido conocimiento de Dios; allá, en Irlanda, donde se adoraba a
los ídolos y se cometían toda suerte de abominaciones, ¿cómo ha sido posible formar un pueblo del Señor,
donde las gentes puedan llamarse hijos de Dios? Ahí se ha visto que hijos e hijas de los reyezuelos
escoceses, se transformen en monjes y en vírgenes de Cristo". Sin embargo, como es lógico pensar, el
paganismo y el vicio no habían desaparecido por completo. En las "Confesiones", que fueron escritas hacia
el fin de su vida, dice el santo: "A diario estoy a la espera de una muerte violenta, de ser robado, de que me
secuestren para servir como esclavo, o de cualquier otra calamidad semejante". Pero más adelante agrega:
"Me he puesto en manos del Dios de misericordia, del Todopoderoso Señor que gobierna toda cosa y, como
dijo el profeta: 'Deja tus cuidados con el Señor y El proveerá la manera de aliviarlos". En esta confianza
estaba, sin duda su incansable valor y la firme decisión de San Patricio a lo largo de su heroica carrera. Su
fortaleza de no permitir a los enemigos del catolicismo que propagaran por allí sus herejías, fue una de las
razones para que Irlanda se haya conservado tan católica.
La obra del incansable misionero dio muchos frutos con el tiempo: Lo vemos en el maravilloso
florecimiento de santos irlandeses. Logró reformar las leyes civiles de Irlanda, consiguió que la legislación
fuera hecha de acuerdo con los principios católicos, lo cual ha contribuido a que esa nación se haya
conservado firme en la fe por más de 15 siglos, a pesar de todas las persecuciones.
Según un cronista de Britania, Nennius, San Patricio subió a una montaña a rezar y hacer ayuno y "desde
aquella colina, Patricio bendijo al pueblo de Irlanda y, el objeto que perseguía al subir a la cima, era el de
orar por todos y el de ver el fruto de sus trabajos…Después, en edad bien avanzada, fue a recoger su
recompensa y a gozar de ella eternamente. Amén". Patricio murió y fue sepultado en el año 461, en Saúl,
región de Stragford Lough, donde había edificado su primera iglesia.