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29 noviembre 2024

San Saturnino, obispo y mártir, Toulouse, 251

En Toulouse, de la Galia Narbonense, conmemoración de san Saturnino de Tolosa (Sanserenín), obispo y
mártir que, según la tradición, en tiempo del mismo Decio fue detenido por los paganos en el Capitolio de
esta ciudad y arrastrando por las escaleras desde lo alto del edificio, hasta que, destrozados la cabeza y el
cuerpo, entregó su alma a Cristo hacia el año 250.

Saturnino, obispo de Tolosa, es uno de los santos más populares en Francia y en España. La Passio
Saturnini es ante todo un documento muy importante para el conocimiento de la antigua Iglesia de la Galia.
Según el autor de la Pasión, escrita entre el 430 y el 450, Saturnino fijó su residencia en Tolosa en el 250,
bajo el consulado de Decio y Grato. En ese tiempo, refiere el autor, en Galia había pocas comunidades
cristianas, con escaso número de fieles, mientras los templos paganos se llenaban de fieles que sacrificaban a
los ídolos.

Saturnino, que había llegado desde hacía poco a Tolosa, probablemente de Africa (el nombre es
efectivamente africano) o de Oriente, como se lee en el Missale Gothicum, había ya reunido los primeros
frutos de su predicación, atrayendo a la fe en Cristo a un buen número de ciudadanos. El santo obispo, para
llegar a un pequeño oratorio de su propiedad, pasaba todas las mañanas frente al Capitolio, es decir, el
principal templo pagano, dedicado a Júpiter Capitolino, en donde los sacerdotes paganos ofrecían en
sacrificio al dios pagano un toro para obtener las gracias que pedían los fieles.

Parece que la presencia de Saturnino volvía mudos a los dioses y de esto los sacerdotes paganos acusaron
al obispo cristiano, cuya irreverencia habría irritado la susceptibilidad de las divinidades paganas. Un día la
multitud rodeó amenazadora a Saturnino y le impuso que sacrificara un toro sobre el altar de Júpiter. Ante el
rechazo del obispo de sacrificar el animal, que poco después se convertiría en el instrumento inconsciente de
su martirio, y sobre todo por lo que consideraban los paganos un ultraje a la divinidad, pues Saturnino dijo
que no les tenía miedo a los rayos de Júpiter, ya que era impotente porque no existía, lo agarraron
enfurecidos y lo ataron al cuello del toro, al que picaron para que corriera escaleras abajo del Capitolio
arrastrando al obispo.

Saturnino, con el cuerpo despedazado, murió poco después y su cuerpo quedó abandonado en la calle, de
donde lo recogieron dos piadosas mujeres y le dieron sepultura «en una fosa muy profunda». Sobre esta
tumba, un siglo después, San Hilario construyó una capilla de madera que pronto fue destruida y se perdió
por algún tiempo su recuerdo, hasta cuando en el siglo VI el duque Leunebaldo, volviendo a encontrar las
reliquias del mártir, hizo edificar en ese lugar la iglesia dedicada a San Saturnino, en francés Saint-Sernindu-
Taur, que en el Trescientos tomó el actual nombre de Notre-Dame du Taur.

Fuente: Spider Martirologio + Aciprensa