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7 septiembre 2024

Santa Regina, mártir

Los niños piden -al menos así lo hacían en tiempos pasados- a los mayores que les cuenten un cuento a la
hora de dormir. La condescendencia de los que les quieren, procurando su bien dormir, les lleva a ilustrar su
imaginación con historias que unas veces son sólo producto del genio humano y otras... adornan la verdad de
hechos ocurridos en la ordinariez de la vida con amplificaciones que hacen fantástica, amable y hasta
apasionante la historia real. No sé si la historia de Regina servirá para rellenar esos momentos previos al
descanso nocturno de los pequeños, pero no me cabe duda de que sí servirán a los adultos para que
detengamos un momento nuestro ardoroso caminar.

Regina es palabra latina que se vierte al castellano por Reina. Así se llamaba nuestra protagonista de hoy.
Fue una francesita hija de padre romano y de madre gala. Era el tiempo del Imperio. Cuando tenía quince
años conoció a Cristo y le entregó su corazón, se bautizó y decidió darle para siempre su virginidad.

Es hermosa en demasía. El prefecto romano se enamoró de ella al verla. En su presencia, Regina confiesa
su fe.

Desde este momento comienzan las dificultades para la fidelidad. Fue puesta en la cárcel y con una
amenaza: al regreso del prefecto, que necesariamente ha de ausentarse, ella debe haber cambiado de religión
o conocerá el furor romano.

Sucede a la vuelta del personaje lo previsible con la gracia de Dios. Ella se niega a sacrificar a los ídolos,
llegan las torturas, los hierros arañan y cortan su carne. También hay prodigios del Cielo: se producen
terremotos, se oyen voces celestiales... hasta una paloma se acerca para consolarla, darle ánimos y curarla.

El ejemplo es tan llamativo que la gente se convierte a centenares. Por fin, es degollada.

La candidez de la historia narrada, pletórica de elementos hiperbólicos y de adornos donados por la
fantasía, expone un drama común y diario de mucha gente que bien merece la atención y el mimo del poeta,
me refiero a todos esos que están dispuestos en serio a dar la vida por la fe que tienen y, llegado el momento,
darla.

Fuente: Archidiócesis de Madrid