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9 marzo 2026

Jesús, igual que Elías y Eliseo, no ha sido enviado únicamente a los judíos

Lucas 4,24-30

En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: "Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio."
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

***

“Pasando por medio de ellos, se marchó”. El Señor quiere que le acojamos con libertad, con el corazón y la inteligencia abiertos a la verdad.
Jesús pronuncia estas palabras en la sinagoga de Nazaret. La conocía muy bien por los muchos años en los que asistió acompañado de María y de José para rezar y escuchar la Palabra de Dios.

Su presencia en la Sinagoga en esta ocasión es diferente. Ha llegado el momento de darse a conocer y lo hace como profeta: “ningún profeta es bien recibido en su tierra”.

Quienes le escuchaban estaban familiarizados con la historia de Israel y les pone el ejemplo de Elías y la viuda de Sarepta y el ejemplo del profeta Eliseo y Naamán el Sirio.

Los oyentes se revuelven contra Jesús, llenos de ira. No aceptan un profeta, un mesías que fuera de la humilde condición de Jesús. Buscaban un mesías que les liberara del yugo de los romanos. No tenían un corazón realmente abierto a la verdad. Parece que estaban llenos de prejuicios que siempre entorpecen la riqueza de la Palabra y su acción salvadora.

Tratan de matarle, pero no pueden. Jesús se marcha, pasando en medio de ellos. No ha llegado el momento de la Cruz y sólo el Padre es quien ha determinado el momento de la muerte de Jesús en la cruz.

Leemos este pasaje del Evangelio en medio del tiempo de Cuaresma. Una vez más vemos a Jesús que es rechazado por parte de su pueblo. Él que ha venido a llenar a las almas de alegría verdadera no es comprendido ni aceptado.

Este tiempo de Cuaresma es una buena ocasión para que meditemos en cómo acogemos la palabra de Jesús. La que nos resulta más agradable y la que nos cuesta un poco más aceptar.