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11 agosto 2026

Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños

Mateo 18, 1-5. 10. 12-14

En aquel momento, se acercaron los discípulos de Jesús y le preguntaron: ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.
¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños."

***

"Si a un hombre que tiene cien ovejas se le pierde una de ellas, ¿no dejará las noventa y nueve en el monte y saldrá a buscar la que se le había perdido?”. Podemos pasar por malos momentos en nuestra vida. Jesús, sin embargo, irá a buscarnos.

Jesús es ese pastor que aparece anónimamente en la historia de la oveja perdida. Su grey es grande: las cien ovejas de esta parábola significan a toda la Humanidad. Sin embargo, por más numeroso que sea su rebaño, no le da igual perder a una sola de sus ovejas. Jesús no redondea la cifra de noventainueve hacia cien: si le falta una oveja, él siente que su rebaño está incompleto. Irá a buscar a la perdida por las montañas, las cañadas, los valles y no parará hasta encontrarla…

En “los pequeños” (v. 14) que el Padre no quiere perder podemos ver retratada a cada persona en su singularidad. La Iglesia es el rebaño de Jesús, y ahí nadie es tan pequeño que ya no haga falta contar con él, no hay nadie que acabe sobrando o que podamos dejar al margen sin ningún reparo. Como recuerda frecuentemente el papa Francisco, nadie puede considerarse objeto de descarte.

El evangelio de hoy nos llena de seguridad. Podemos pasar por malos momentos en nuestra vida, somos débiles y capaces de perdernos por el camino. Jesús, sin embargo, irá a buscarnos, nos dará una nueva oportunidad para volver a su lado; ojalá seamos lo suficientemente humildes para reconocer nuestros errores en ese momento y abrirnos a la gracia de Dios.

Este evangelio es también una llamada: ser cristianos es compartir los sentimientos de Jesús y no ser indiferentes cuando nos enteramos de que alguien se está quedando fuera del rebaño. Estamos llamados a emprender el camino y a acercarnos a esa persona para ayudarle a salir del aislamiento. Con nuestra oración, tiempo y comprensión, podemos ser instrumentos para que vuelvan a la vida de la Iglesia.