Página inicio

-

Agenda

11 septiembre 2025

Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo

Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida que midiereis se os medirá a vosotros».

***

Genética y ejemplo
Los hijos llevan los genes de los padres, y solemos decir que «de tal palo, tal astilla». Pero no todo son genes. También imitan los hijos lo que ven hacer a sus progenitores. Genética y ejemplo se confabulan para que sean los hijos dignos de los padres.
Amad a vuestros enemigos; y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados.
A nadie le brota del corazón el deseo de amar al enemigo. Del enemigo te defiendes, o lo atacas, o lo ignoras. Pero amarlo… Eso sólo lo hace Dios. Dios envió a su Hijo para redimir a quienes le habían ofendido, y, en la Cruz, ese Hijo pidió perdón para sus verdugos.
Para poder actuar así no basta con ser hombre; es preciso ser hijo de Dios, llevar sus genes, vivir de su Espíritu. Sólo un alma en gracia está capacitada para amar de esta manera.
Aunque no bastan los genes. Es preciso, además, que esa alma en gracia medite día y noche la misericordia que el Señor ha tenido con ella. Sólo así podrá imitarla y vivirla, también, con sus semejantes.
Genética y ejemplo. Gracia y contemplación. Ellas son la clave del Sermón de la Montaña.