-
Mateo 12, 38-42
En aquel tiempo, algunos de los escribas y fariseos dijeron a Jesús: «Maestro, queremos ver un milagro tuyo».
Él les contestó:
«Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pero no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo; pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.
Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón».
***
Ballenas, sepulturas, y ejercicios espirituales
Se compara Jesús con Jonás, y evoca una de las escenas más pintorescas de todo el Antiguo Testamento:
Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. También Pinocho estuvo dentro de una ballena. Pero a Pinocho aquella clausura no le hizo operación, y a Jonás le cambió la vida. Cuando salió de entre los humores del cetáceo, ya estaba dispuesto a encaminar sus pasos a Nínive. Nada como un fin de semana de ejercicios para cambiar el rumbo de la vida.
Nos gustan la publicidad y los aplausos. Tanto peor para nosotros. Al Señor, como a Jonás, le gusta lo escondido. Sepultado en tierra, germinó como el grano de trigo que ha llenado de hostias los sagrarios. Y, en los sagrarios, sigue sepultado; muchos pasan ante una iglesia y ni siquiera lo saludan. Sepultado está en lo profundo del alma, y desde allí convierte en templo el corazón del cristiano.
La fecundidad no consiste en desplegar las alas para ser vistos. La fecundidad consiste en sepultarse con Cristo en lo profundo del alma para llenar la tierra de Dios.