Página inicio

-

Agenda

1 julio 2025

Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma

Mateo 8, 23-27

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.
En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole:
«¡Señor, sálvanos, que perecemos!».
Él les dice:
«¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?».
Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados: «¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».

***

¿Quién es éste?
La sorpresa de los apóstoles, ante aquel hombre a quien obedecían el viento y el mar, se plasmó en una pregunta: ¿Quién es este?
La pregunta es maravillosa. Uno podría convertir su vida en un trabajo de investigación sin llegar a responderla por completo antes de morir. Pero, por si no fuera suficiente, esas mismas tres palabras pueden abrir dos abismos más.
Mira a la Cruz, y pregúntatelo de nuevo: ¿Quién es éste, a quien desobedece y ultraja el mismo hombre que ha visto al mar y al viento rendidos a sus pies? ¿Quién es éste, a quien escupen y agravian incluso los hombres que rezan siete veces al día, para después matarlo en una cruz?
Mira a quienes lo injurian, mírate a ti mismo, y pregúntate por el hombre: ¿Quién es éste, la única criatura capaz de abofetear a Dios en su propio rostro? ¿Quién es éste, capaz de plantarse ante su Creador y decir «no»? ¿Quién es éste, que hace llorar a Dios?
Nunca terminarás estos tres trabajos. Pero sí alcanzarás una primera conclusión: La obediencia del viento no agrada tanto al Señor como el amor del hombre. Al viento le da órdenes; al hombre le suplica llorando.