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24 junio 2025

El nacimiento de Juan Bautista. Juan es su nombre

Lucas 1, 57-66. 80

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡No! Se va a llamar Juan». Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre» Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué será este niño?».
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel.

***

De flechas y peonzas
Los niños ya no juegan con peonzas. Qué pena. Pero las peonzas no han desaparecido. Hay vidas que son como peonzas. Todo su misterio consiste en dar vueltas y vueltas sobre sí mismos: «Me duele aquí, me tratan mal, quiero esto, me molesta aquello…». Incluso, cuando rezan, siguen girando y girando hasta casi marear al buen Dios: «Concédeme esto, perdóname aquello, gracias por escucharme…». No es que esté mal esa oración; es muy necesaria. Pero si esa es toda su oración, la peonza no para de girar.
También hay vidas, como la de Juan Bautista, que son flechas; flechas disparadas por Dios hacia un blanco, que cortan el aire y no tienen más anhelo que alcanzar su meta.
Se va a llamar Juan. Demasiado tarde para ponerle nombre; la flecha ya había salido, y el propio Dios, al dispararla, la había nombrado. El mismo vientre materno se le volvía cárcel cuando, presintiendo al Cordero en el seno de María, saltaba en su interior deseando alcanzarlo. Juan es el modelo de quienes comienzan a existir con una misión asignada, y no se detienen hasta que la cumplen.
Realmente, Dios no creó peonzas, sino flechas. Pero hay flechas que se creen peonzas.